El Observatorio cubano de Derechos Humanos lamenta con pesar el fallecimiento del excomandante Huber Matos. Por sus convicciones democráticas, sufrió gran parte de su vida la prisión y el exilio. Luchó contra la tiranía batistiana, y se rebeló de inmediato contra los derroteros de traición y totalitarismo comunista por los que se encarrilaba Fidel Castro. A pesar de su influencia y prestigio entre buen aparte de los combatientes revolucionarios (era Comandante del Ejército en la provincia de Camagüey), su renuncia a acompañar al déspota nos dejó un testimonio casi inédito entre nosotros de responsabilidad cívica, de convencimiento democrático y de humildad personal; pero le costó un juicio sumarísimo y una injusta condena de veinte años, que cumplió íntegramente.
En su libro de memorias, Cómo llegó la noche, se narra todo este proceso no sólo desde un punto de vista privilegiado, sino extrañamente objetivo e imparcial (no es fácil para quien haya conocido en carne propia y durante tantos años la saña del totalitarismo castrista y sus cárceles), sin revanchas ni odios. Así, la idea, la imagen que uno asociaba a Huber Matos era la de qué distinto habría sido todo, que de posibilidades si nuestro destino actual se hubiese forjado entre hombres de esa entereza, hombres de ara y no de pedestal.
Un verdadero patriota que, en el exilio y hasta sus últimas fuerzas, continuó su incansable lucha por la libertad de Cuba, confirmándose como un ejemplo de decoro y valentía, y siendo una inspiración y un referente para todos los demócratas cubanos. Un hombre así nos ha dejado. Que descanse en paz, porque dejó detrás una vida digna, y porque su mayor anhelo se verá necesariamente cumplido.