Por muchos años el municipio de San Antonio de los Baños tuvo su mercadito, pero un día cualquiera dejó de existir y hoy solo quedan de él, ruinas. Desde finales de los años 70 este local surgió como un establecimiento comercial y era muy popular entre los habitantes de nuestra localidad; pero no terminó en uso el silo XX, solo queda el recuerdo para las generaciones anteriores que lo conocieron.
Las ruinas en que ha permanecido no le permiten que en estos momentos funcione como cualquier tipo de comercio, antes aquí se podían adquirir diferentes productos, ya bien fueran enlatados, cárnicos, arroz y frijoles, frutas, etc.
Allí iban los pobladores de todos los barrios, porque el lugar tiene las características de no encontrarse ni apartado ni céntrico. Estaba ubicado en la calle 43 entre 70 y 78 y tenía la peculiaridad de estar abierto desde por la mañana hasta por la tarde, lo que lo convertía en una opción bastante aceptable para la población ariguanabense, sobre todo para los que trabajan.
Pero como todo lo que resulta útil y beneficioso para la población termina eliminándose, ya que esta prerrogativa no le interesa al régimen; eso fue lo que pasó con el mercadito, se fue apagando poco a poco, cada vez era menos la cantidad de productos que ofertaba y con más mala calidad, hasta que por fin se eliminó del paisaje del pueblo. Esto es algo que pasa de forma general en todo el país, por eso este ejemplo no es más que algo que se repite y se repite de manera constante a lo largo de toda la isla.
Quizás en aquel momento la excusa fue que una buena parte de los productos que se ofertaban en el mercadito, provenían del campo socialista, de los tiempos del CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica) que surtía de muchos productos al país: ¿quién no recuerda la carne en lata rusa? Al terminarse el bloque soviético también se dejaron de recibir los abastecimientos.
Pero a pesar de ello, no era justificación para que un lugar que podía haber continuado como un establecimiento comercial para la población, dejara de funcionar. Sin embargo, casi siempre que se plantea una situación llegamos a la misma conclusión: ¿A quién le interesa?
Artemisa,septiembre de 2016