Los pobladores de la oriental provincia de Guantánamo, al igual que los del resto del país, se quejan de la situación de sus viviendas y las pocas probabilidades que poseen para repararlas e incluso algunos edificarlas.
Uno de los principales problemas son los “rastros”, que es como se le conoce de forma popular a los almacenes dedicados a la venta de materiales de la construcción. Además del enorme papeleo que conlleva adquirir materiales con un crédito bancario, hay que esperar que hayan, para separarlos y entonces comenzar la parte burocrática de conseguir la autorización de compra; a lo que hay que añadir que el costo que tienen está por encima del poder adquisitivo del cubano común promedio.
En muchas ocasiones si no los encuentra allí tiene que ir a buscarlos por fuera, porque si está en medio de una reparación u obra, no la puede parar y tiene que caer en el “mercado negro” que es el único con verdadera eficiencia en el país. Pero si ya los precios de los productos son caros cuando se le compra al Estado, imagínense como será cuando pasa por segundas o terceras manos.
En el municipio cabecera de la provincia existen varios casos de personas que han solicitado al Gobierno Provincial, subsidios para reparar sus casas; pero se quejan de que lejos de tener esperanza de este método de “solución” gubernamental, son maltratados por los funcionarios encargados de los trámites y eso que se anuncia esta forma de pago, como una de las estrategias de la dirección del país para resolver los problemas de viviendas e incluso para establecer algunos pequeños negocios privados.
Una señora de 58 años de edad que no quiso revelar su identidad por temor a salir perjudicada, me comentó: “Mira mi casa para que veas que da lástima. La semana pasada fui a la oficina de Vivienda Municipal y allí no me supieron dar respuesta porque la persona que me atendió dice que no está informada del asunto; sin embargo, estaba atendiendo la recepción, lo que consideré como una falta de respeto. Luego de eso he ido ya al Gobierno y al Partido, pero uno me manda para un lugar y luego de estar allí, ese otro me manda a ver al mismo que me orientó ir a ese sitio; claro ejemplo de burocratismo”.
Aún están en estas condiciones algunos de los perjudicados por fenómenos meteorológicos como los huracanes Ike, en septiembre de 2008 y Sandy en octubre de 2012; esperando los llamados “módulos de materiales de la construcción”, prometidos por el gobierno de la isla.
Una de estas afectadas, refiere que desde que su pequeña casa fue devastada por el huracán Sandy, ha estado esperando el tan comentado módulo, pero no ha obtenido respuesta, por lo que se ha visto en la obligación de presentarse en reiteradas ocasiones a la oficina de Vivienda para indagar sobre su situación, allí se ha encontrado con otros con un caso similar.
Explicó la perjudicada: “Me dirigí a Vivienda y la funcionaria que me atendió me dijo que con esa propiedad no procede un subsidio, pues se trata de una vivienda incondicionada. Según esa persona, se aplica la Ley 77 de 2013, por lo que no me quedó más remedio que decirle en su cara que la ley que me había mencionado era para quitarse un poco de gente de arriba”.
El caso es que, entre burocratismo, mala organización, desvío de recursos y corrupción, está la razón por la cual la situación de la vivienda en el oriente cubano no se resuelve y cada día provoca más descontento popular.
Guantánamo, agosto de 2016.