Martes , 27 Junio 2017

La rebelión de los libreros

La mañana del martes 17 de junio fue excitada y dramática para los libreros de la Plaza de Armas de la Habana Vieja. En la breve reunión que se hace todos los días a las nueve de la mañana, para repartir los lugares donde se ubicarán los estantes con los libros de cada cual, para hacer su trabajo; se les comunicó de improviso, como ellos refieren “de golpe y porrazo”, que ya no podrían vender más fotografías ni póster cinematográficos.

La noticia provocó la indignación de todos, pues ven incrementarse -de forma absurda- las dificultades para ejercer su oficio.

Habría que añadir que en estos momentos venden los libros en medio de una competencia desleal por parte del gobierno, quien ha ubicado vendedores estatales en la Plaza de Armas, en lo que suele llamarse “La Calle de Madera”, frente al Palacio de los Capitanes Generales y a los cuales sí se les permite vender además, postales, fotografías y diversos souvenir.

Esta medida, como casi todas las anteriores, ha sido sin consultarlo previamente con ellos. Sin embargo el dinero que deben pagar por trabajar en el lugar es el mismo, pese a que las condiciones para ejercer su labor han empeorado considerablemente.

Antes, si el día era lluvioso, podían trasladar sus estantes hacia el amplio portal del Palacio de los Capitanes Generales, pero desde hace ya casi un año está prohibido, lo que hace que para proteger sus libros de la lluvia los cubran con enormes nylon. La mayoría refiere que las autoridades hacen todo lo posible para dificultar su trabajo.

El problema al parecer fue la gota que colmó la copa de muchos de ellos, incluyendo a los que representan su improvisado sindicato, que decidieron no trabajar ese día e ir a discutir la medida arbitraria con las autoridades que tomaron la decisión.

La discusión en la Plaza de Armas fue acalorada y conflictiva. Al parecer la permanencia de los libreros allí, debido a las medidas que se toman contra ellos, pudiera verse amenazada, podría llegar el día en que ya no sean más que un recuerdo o una nostalgia; algo que muchos juzgarán lamentable, pues su estancia da vida y colorido al lugar, junto a sus estantes llenos de libros. Ellos solo aspiran a que los dejen trabajar en paz.

La Habana, 28 de junio de 2014.


 

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