Martes , 27 Junio 2017
La incongruencia como política

La incongruencia como política

Lo más sobresaliente de la Declaración de Panamá, suscrita originalmente por 25 ex presidentes y que luego recibió adhesiones entusiastas de otros hasta alcanzar 31 firmas, es cómo puede hacerse compatible con el clamoroso recibimiento que le han dispensado a la tiranía castrista en el sistema interamericano.

Desde el primer párrafo en que se exalta la división de poderes, hasta el último en que se asienta como única solución posible la celebración de elecciones auténticas, esto es, libres, transparentes y justas, parece darse trompadas con la realidad de Cuba.

¿Cuál de las propuestas que tan generosamente los expresidentes aspiran para Venezuela se cumplen en Cuba? ¿Quién inventó ese adefesio del Poder Popular y lo puso en la Constitución? Este único poder popular, ¿no es una negación explícita de la división de poderes que impera en todo occidente y que tanto alaban los expresidentes?

Al mismo tiempo que circulaba la declaración se celebraban elecciones municipales en Cuba en las que los únicos candidatos elegibles son los previamente autorizados por el Partido Comunista, el único que es legal en Cuba. ¿Ese es el modelo de elecciones libres, transparentes y justas que aspiran los expresidentes para Venezuela?

Es un mérito de la declaración que se las arreglaran para hacer una descripción pormenorizada de la crisis catastrófica que sufre este expaís evadiendo mencionar a Cuba y ni por asomo advertir el hecho palmario de que lo que critican es producto de la imposición del modelo castrista en Venezuela, convertida en cabeza de puente para su expansión al resto del subcontinente.

Lo extraordinariamente selecto de la élite firmante del documento hace imperativo hacer algún análisis de cuál pueda ser su motivación real y cuáles las consecuencias que se persiguen con un gesto de esta naturaleza.

Desafortunadamente, la atención se desvió de inmediato al hecho de que se trata exclusivamente de “ex”, que algunos de ellos muy recientemente fueran presidentes en funciones y entonces tampoco dijeron nada, como en efecto continúan sin decir nada los presidentes de sus respectivos países que plenan la Cumbre Iberoamericana aplaudiendo alternativamente a Castro y a Maduro.

La respuesta para ellos es completamente obvia: los presidentes son Jefes de Estado y sus opiniones afectan los intereses de sus respectivos países, mientras que los “ex” parece que pueden actuar a título personal, liberados de los compromisos oficiales y protocolares, por lo que pueden dar rienda suelta a los sentimientos que puede sospecharse que corren subyacentes en el ánimo de todos.

Un problema no pequeño es que todos forman parte de los mismos partidos políticos, ora en el gobierno ora en la oposición, por lo que en realidad aquí se presenta una escandalosa disociación de pareceres, una suerte de consagración de la hipocresía.

Es como si le hicieran un guiño a la galería para aprovechar prebendas políticas sin pagar el costo electoral que esto puede significarles o en otras palabras, lavarles la cara a los gobiernos o a los partidos que los sustentan reprochando abajo, hacia el público, lo que están perpetrando arriba, precisamente, “en la Cumbre”.

Uno de los grandes aportes, sino el único, del socialismo del siglo XXI es la forma como se han liberado de las ataduras de la lógica y del sentido común, de cómo pretenden hacer una cosa y todo lo contrario al mismo tiempo. Este invento conquista ahora incluso al pensamiento conservador.

Sigue siendo dudoso que algo así pueda funcionar y dar resultado, aún con el respaldo de firmas tan acreditadas.

ENEMIGOS FRATERNALES

Una manifestación visible de esta política de la incongruencia es la forma como gobiernos hostiles a los EEUU hacen al mismo tiempo profusión de declaraciones de amistad hacia los mismos que están atacando sistemáticamente día y noche y por todos los medios, tal cual como quien quiere dañar sin correr con las consecuencias del daño que causa o quiere sorprender, distrayendo a quien le prepara una celada.

Si como dicen a diario son tan antiimperialistas y están en una verdadera “guerra contra el imperio”, entonces deberían estar orgullosos de que los EEUU los considere una amenaza a su seguridad nacional y a su política exterior, porque eso significaría que su lucha se hace sentir y está dando frutos.

Pero no, a la menor señal defensiva salen a lloriquear y a quejarse lastimosamente, haciéndose las víctimas, a decir que los están agrediendo, a publicar comunicados de prensa pagados en el New York Times, donde no aparece ni una vez la palabra “imperio”, dando fe de que no son amenaza para nadie, invocando la solidaridad de los otros miembros del Foro de Sao Paulo que están en la misma movida, etcétera.

Si esto no fuera suficientemente desquiciante, toman simultáneamente el otro camino y aprovechan la controversia para nuclear “al pueblo” contra la agresión yanqui, desatan todos los recursos de movilización y propaganda que han acumulado deliberadamente para esta contingencia provocada; pero principalmente intentan acorralar a la oposición en el dilema de estar con la patria o con el agresor, ser patriotas o traidores.

Estas triquiñuelas son vulgares, harto conocidas y no concitarían sino risa de no ser tan agresivas y amenazantes, de algún modo institucionalizadas y respaldadas por las FFAA y las policías, lo que lleva a los trágicos resultados a los que siempre conducen.

Lo más desalentador es que este batiburrillo indigerible termina intoxicando a la política de los países serios que parecen quedar sin defensas, no saber manejarse en el absurdo y terminan dando este espectáculo incoherente que signa la política de EEUU y la UE.

Vistas las cosas en perspectiva, esto tampoco es nada nuevo y es exactamente lo que hacen frente a la emergencia del extremismo islámico, que se vuelve tanto más agresivo y temerario cuanto más inconsistente es la actitud de occidente frente a ellos.

Hamas y Hezbollah, que son avanzadas armadas y financiadas por Irán, desde hace décadas que practican esa dialéctica de agresión-victimización contra Israel y el hecho de que estén completamente al descubierto no afecta para nada los réditos que obtienen de ella, un éxito que impone la sospecha de que quienes son engañados es porque quieren serlo, de haber coincidencias políticas y religiosas de fondo.

Por ejemplo, queda claro como el sol que Cristina Kirchner conspiró con Irán para encubrir su participación en los atentados contra la embajada de Israel en 1992 y contra la AMIA en 1994, así como para ejecutar al Fiscal Alberto Nisman que tramitaba la denuncia. Pero la primera respuesta es política, de su partido que le da apoyo irrestricto y hoy bloquea cualquier investigación en todos los organismos oficiales que controla.

Ahora se yergue como portaestandarte de la lucha de Castro por la dignidad, junto a Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega, y todo el corro antiamericano y antisemita del continente que arremete a favor de Maduro contra el decreto Obama.

Pero lo verdaderamente desalentador, repetimos, es que el decreto carece de motivación suficiente. Sólo se refiere a las violaciones de derechos humanos y en forma tangencial a la corrupción; pero las medidas subsiguientes ponen de manifiesto otra amenaza, a la estabilidad y credibilidad del sistema financiero global, por las cifras inconcebibles de dinero lavado por numerosos bancos en paraísos fiscales.

Reaparece el tema de los misiles S300 comprados a Rusia, de los que se sospecha que en realidad fueron triangulados a Irán violando el embargo de la ONU, mientras otros fueron instalados en Paraguaná, la zona más septentrional de Venezuela, para alcanzar territorio norteamericano y provocar una nueva crisis de los cohetes que nunca estalló.

Finalmente se desempolvó a los iraníes que buscaban uranio desde la finca El Charcote, confiscada a los ingleses, hasta el macizo guayanés, pero esto ya entra en el terreno de la ciencia ficción.

En resumen, Obama ganó la presidencia y la reelección combatiendo el unilateralismo, promoviendo la transparencia y la negociación con el enemigo; pero ha reinstalado la diplomacia secreta, nadie sabe qué negocia con Irán, ni con Cuba, menos que menos los directamente amenazados, aunque sea nuestro destino el que está en la mesa de juego.

Lo que si sabemos, porque está a la vista, es que el enemigo celebra a tambor batiente en proporción directa al aumento de la tribulación universal.

LO CUMBRE DE PANAMÁ

Como todo el mundo esperaba y estaba previsto, lo cumbre de Panamá fue el anunciado encuentro del presidente Obama con el tirano Raúl Castro que si debió sorprenderlo con la extensa reláfica de jaladeras de bola que le dirigió.

También sorprende que pueda decir con tanto desparpajo que la de Obama marca la diferencia respecto de las diez administraciones que le precedieron, sin que ninguno de estos presidentes tan democráticos y tan alternativos que estaban allí se inmutara.

Se dice fácil, pero Castro ha estado en el poder desde Eisenhower, héroe de la Segunda Guerra Mundial, pasando por Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton, Bush hijo y Barack Hussein Obama. Y seis Papas: Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.

Lo cumbre también ocurrió en la calle: Mientras los presidentes ovacionaban a Castro, sus esbirros pateaban disidentes en el mero centro de la ciudad de Panamá; pero estos actos violentos ponen de relieve lo que no se puede ocultar.

Un sujeto que aparece en las pantallas de televisión pateando y golpeando a puños a los disidentes fue rápidamente identificado como jefe de inteligencia cubana en Venezuela.

Un supuesto coronel Alexis Frutos Weeden, experto en inteligencia y contrainteligencia, especializado en la formación y administración de empresas fantasmas para trasegar bienes y recursos desde cualquier parte del mundo hacia Cuba, misma actividad por la que fusilaron al general Arnaldo Ochoa.

Salta a la web su hija, Patricia Frutos Mena, quien ejerce el internacionalismo proletario viajando incansablemente por todas las capitales del mundo para recalar en Pequín, con su amigo de infancia, Ernesto Valdés Alonso, hijo de Ramiro Valdés, también muy conocido en Venezuela.

Su menor hija, Mayra Frutos Mena, está sí en Caracas, tomándose fotos en el mirador de La Alameda, con una magnífica vista de El Ávila con la ciudad a sus pies y se divisa claramente de fondo ¡la embajada americana!

Estos jóvenes son conocidos con toda propiedad como “los herederos” porque son los hijos y nietos de la gerontocracia que no saben nada de la epopeya de la Sierra Maestra, del comunismo ni del internacionalismo, sino de pasarla estupendamente bien con el dinero que sus padres le roban a “los ricos” de cualquier país al que le ponen la mano.

Otro momento cumbre fue protagonizado por la hoy famosa Sucelys Morfa, supuesta psicólogo, segunda secretaria del buro nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba que, sorprendentemente, estaba en Panamá representando a la “Sociedad Civil” quien, según dijo, estaba allí por su cuenta, pagando su pasaje y estadía como cualquier transeúnte, para hacer oír la voz de los que no tienen voz.

Quien quiera puede disfrutar su intervención, gritando: “son lacayos, gusanos, mal pagados, autofinanciados por el imperialismo”; en este punto surgen dudas acerca de lo que esta licenciada pueda entender por autofinanciamiento, que es lo que ella dice haber hecho al cubrir todos sus gastos para desarrollar su labor humanitaria por cuenta propia.

Termina diciendo que ellos “son ricos” y esto la enlaza con los otros jóvenes herederos, puesto que se supone que están contra los ricos en todas partes, menos en Cuba, donde los ricos son ellos.

No se necesita ser un agente especial, ni manejar información privilegiada, ni espiar a nadie, sino ver América TV o NTN 24 y escuchar el lenguaje que manejan los actores de los “actos de repudio” para ver que ese supuesto de que la Guerra Fría quedó en el pasado sólo lo maneja la administración Obama, pero no la de Castro.

Mercenarios le decían a los expedicionarios de Playa Girón, también conocida como Bahía de Cochinos; gusanos a quienes abandonaban el país huyendo del totalitarismo; lacayos del imperialismo, etcétera, el lenguaje ejemplar de la licenciada Sucelys Morfa, exactamente el mismo que se inculca en Venezuela y no por casualidad.

¿Cómo pueden ignorarse estos hechos tan incontrovertibles? ¿Cómo puede diseñarse una política de Estado basándose sólo en buenas intenciones? El fracaso de los EEUU en Vietnam, según los papeles del Pentágono, fue causado por elaborar una política basada en mentiras y ajustar la realidad a la política que se quería seguir. Hay ciertas diferencias ahora, pero el fracaso está asegurado.

El Departamento de Estado propone sacar al régimen de Castro de la lista de patrocinadores del terrorismo porque no ha apoyado ninguna acción terrorista en los últimos seis meses. La dirección de las FARC lo celebra desde La Habana como “un paso en la dirección correcta”. El paso siguiente y en perfecta armonía con el anterior sería sacar a las mismas FARC y a la ETA de la lista de organizaciones terroristas.

Para dar estos pasos trascendentales sólo hace falta un radical cambio de perspectiva. Hace años que Chávez dijo en la Asamblea Nacional que las FARC y el ELN no son ningunos grupos terroristas, sino verdaderos ejércitos que ocupan espacio, etcétera.

Rafael Correa le dio refugio a Raúl Reyes y al secretariado de las FARC, como hoy lo hace Raúl Castro; Daniel Ortega califica a las FARC como una “organización hermana”, miembro honorario, además, del reconocido Foro de Sao Paulo.

Como para que no queden dudas, simultáneamente a la exclusión perpetraron la masacre del Cauca, mientras las FARC reafirman que mantienen su “tregua unilateral”.

La incongruencia es la política de nuestro tiempo.


 

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