En la declaración final del II Encuentro de cubanos residentes en Estados Unidos en defensa de la soberanía nacional queda claro nuevamente cual es el papel de esa cofradía.
En cada una de las demandas, críticas y encomios se nota el apoyo incondicional al gobierno de La Habana.
Las culpas del desastre nacional vuelven a recaer en las políticas de las diferentes administraciones que han ocupado la Casa Blanca en los últimos 55 años.
El levantamiento del embargo, la exclusión de Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo y la inmediata excarcelación de los tres espías que cumplen largas condenas en cárceles estadounidenses desde 1998, figuras entre las piezas fundamentales del documento de marras que se añade a una tendencia que ha ido ampliándose y que tiene nada y nada menos que al New York Times entre sus más obstinados defensores.
Los 6 editoriales en un tiempo tan corto, fundamentan lo que parece ser una gran componenda para presionar a Obama a hacer concesiones sin garantías de que vayan a ser reciprocadas por Raúl Castro.
Es descorazonador que en la ofensiva mediática y política, el drama de los presos políticos y la ausencia de espacios para ejercer la libertad de expresión y asociación, por solo mencionar dos, queden en el olvido.
La declaración de quienes se autotitulan como emigrados, pudiera estar subrayando los parámetros de una negociación a establecerse a mediano y largo plazo entre las partes en conflicto sin mucho énfasis en cuanto al respeto a los derechos humanos.
El pragmatismo pudiera dejar a un lado, o simplemente bajarle el perfil, a las exigencias sobre el desbloqueo de los accesos al usufructo de las libertades en la Isla.
Las amenazas de que el proceso de transformaciones en Cuba continúe estancado o se desnaturalice, crecen en la medida que se fortalecen estos posicionamientos.
Mientras la autocracia verdeolivo recibe, sin merecerlo, nuevas cuotas de legitimidad, sus víctimas siguen a expensas del arsenal represivo.
Flaco favor se hacen “nuestros emigrados” con su respaldo al castrismo. Para que no haya dudas de su rol, vuelven a patentizar su adhesión a un régimen que en el fondo los desprecia.
Son los aliados coyunturales. La quinta columna dentro del enemigo. Los compatriotas que escogieron el camino del oportunismo y la traición.
Quienes desde hace mucho tiempo contribuyen al retraso de la democracia en el país, que una revolución con membretes marxistas-leninista, convirtió en un almacén de ruinas. Y no solo materiales.