Martes , 27 Junio 2017
Hillary también

Hillary también

GUSTAVO Arcos Bergnes, el veterano fundador del movimiento de los derechos humanos en Cuba, en los años 80, decía que muchos políticos norteamericanos solían mirar hacia la isla como si viajaran siempre en la cubierta de un portaaviones. El hombre notaba, más allá de la vecindad, la cercanía geográfica y el mar compartido, una distancia y una altura impuesta en la mirada que él percibía desde su experiencia de luchador por la libertad de su país.

Arcos Bergnes participó en la lucha contra el dictador Fulgencio Batista y lo hirieron en el ataque al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba. En 1959 fue nombrado embajador en Bélgica, pero enseguida comenzó a mostrar su desacuerdo con Fidel Castro. Lo encarcelaron y al salir de prisión continuó su trabajo contra el totalitarismo hasta su muerte en el verano de 2006.

Su observación y su referencia a la soberanía de la oposición tiene hoy una vigencia repentina. Hillary Clinton, la favorita para la candidatura demócrata a la presidencia de Estados Unidos en 2016, ha dicho en una entrevista que su país debía levantar el embargo comercial y promover cambios democráticos en la isla «mediante nuestro ejemplo, mediante el comercio y todo tipo de visitas».

La ex secretaria de Estado dijo también que en aquella nación no hay libertad de expresión y todavía hay presos políticos, pero que «todo eso se le atribuye al embargo.» Añadió, entre risas, que algún día le gustaría visitar Cuba.

Ante las declaraciones de Clinton, la oposición interna ha recordado que la dictadura reprime porque es parte de la naturaleza de los regímenes totalitarios. Los hombres y mujeres que trabajan dentro del país por cambios reales todos los días, bajo golpizas, mítines de repudio, asaltos a sus casas, secuestros y celdas de castigo, cualquier entrada de oxigeno al castrismo sólo sirve para prolongar su permanencia en el poder y fortalecer su maquinaria represiva.

Eso es lo que ha dicho en La Habana Berta Soler, la representante de las Damas de Blanco. Con el mayor respeto a la señora Clinton y a todos los que piensen como ella, agregó, «quiero decirles que esta no es una isla de placer, es una isla hundida en el hambre y la necesidad por el gobierno. Una isla muy sufrida. El embargo no es el problema de Cuba. El problema de Cuba es el Gobierno.»<

Un portaaviones no es bueno para viajar a Cuba.


 

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