Martes , 27 Junio 2017

Gozando en Turquía

Un yate de 50 metros es algo serio, un lujo de que se dan esas personas que son, como se dice, muy ricas

Antonio Castro, el hijo más chiquito de quien hace más de medio siglo estableciera en Cuba, “La Revolución de los humildes y para los humildes,” anda de vacaciones en Turquía y según la revista del corazón Gala, está alojado en el hotel más caro de Bodrum, donde reservó cinco suites para él y sus acompañantes. Una suite en este hotel llega a costar más de 1.000 euros por noche.

En las fotos con que la publicación ilustra los textos, se puede advertir el grupo que acompaña a Antonio Castro —podríamos afirmar, sus amigos más selectos de por aquella zona— y asimismo al benjamín descansando en un sofá al aire libre, mientras piensa, seguramente, en los avatares de su pueblo.

Sin que olvidara, podemos darlo por seguro, la escasez de transporte en su país, lo agónico que resulta en la Isla moverse de un sitio a otro por la vía que fuese, Antonio Castro llegó desde la isla griega de Mykonos al complejo turístico turco en un yate de 50 metros. He preguntado a quienes saben y me dicen que un yate de 50 metros es algo serio, un lujo de que se dan esas personas que son, como se dice, muy ricas.

La prensa turca ha destacado, por otra parte, que el menor de los Castro cenó en un restaurante de lujo con 12 de sus acompañantes y que fotógrafos turcos quisieron captar el momento. Pero tras percatarse de que estaban siendo grabados, varios guardaespaldas del hijo de Castro se lanzaron contra los periodistas e intentaron arrebatarles sus cámaras, lo cual provocó un altercado.

Bueno, lo más duro de asimilar, lo más triste de lo ocurrido es que este miserable, que en las fotos se ve como el gran anfitrión, amable, dador, no es millonario porque sea hijo de millonario, sino de un tirano viejo, vencido, ladrón y crapuloso.

Lo que duele es ver que este desfachatado va por el mundo gastando a su antojo el dinero que sale del cuero, la inopia y las angustias del pueblo cubano, que desconoce estos desmanes, y tantos otros, de uno de los hijos del Papagayo de Birán.

Lo que duele es que la mayoría de los cubanos que lo entregaron y han entregado todo a la utopía castrista, hoy sobreviven a duras penas, y que infinidad de ellos nunca han podido tomar vacaciones en hotel alguno de su propio país, y de este modo paguen con su carencias y angustias las vacaciones de este mentecato —jamás he leído que haya dicho una frase inteligente—, sin pena ni gloria, en un hotel de sumo lujo.

Lo que duele, quizás lo que más duele, es que con el costo de un yate de lujo, de 50 metros, se les podrían comprar guantes a los cirujanos que en Cuba no tienen con qué realizar las cirugías, o crear un sistema de urgencias médicas en las ciudades, o propiciarles más de 10.000 computadoras portátiles a los alumnos de secundaria, o aumentar las pensiones a las personas de la tercera edad que en la Isla apenas tienen qué comer.

Lo que duele es que con el alquiler de esas cinco suites pudiesen repararse las fachadas de cementerios, viviendas derruidas, escuelas primarias en donde la iluminación en las aulas es deficiente y afectará a la larga la visión de los niños.

Lo que duele es que este don nadie, hijo de su padre, hijo de su madre, ande por el mundo llevando vida de millonario solo por un accidente de fecundación.

Duele, duele que potentados por decreto se burlen de uno, de tantos, de un pueblo.

Ya ven. Así van las cosas.


 

Scroll To Top