A las turbas parapoliciales no les basta con las ofensas y los empellones para neutralizar a los opositores. Hace unos días demolieron, casi por completo, la vivienda del activista David González Pérez, ubicada en el poblado de Vázquez, en la provincia Las Tunas.
Allí pretendían reunirse una docena de militantes del Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) y del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), dos de las agrupaciones que luchan por que en Isla se instaure la democracia.
Aunque en la nota, publicada en el sitio digital Diario de Cuba, no se mencionan los medios utilizados en la destrucción, se presume que pudo haber sido con piedras y quizás también con las cabillas que estos grupos emplean para romper cabezas y costillas. La casa es, o mejor dicho era, de paredes de tabla y techo de guano, según expresó uno de sus inquilinos.
La regularización de esos actos, cada vez más cercanos al linchamiento, y que exponen a las víctimas a devastadoras secuelas psicológicas, puntualiza una tendencia que debería servir para reconsiderar las tesis de que una política de acercamiento al régimen cubano por parte del gobierno de Estados Unidos, contribuiría a mejorar la situación de los derechos humanos.
Simplemente el levantamiento del embargo o un relajamiento parcial del mismo, no garantiza el cese de lo que se convirtió, desde hace mucho tiempo, en una de las piedras angulares de la versión caribeña del estalinismo: la represión llevada hasta sus extremos más delirantes.
En realidad a la élite verdeolivo no le interesa hacer las paces con la actual administración demócrata.
Los coqueteos con parte de la clase empresarial estadounidense responden a una táctica de presión para abrirle más orificios a los muros del embargo mediante alianzas con el gran capital. Una jugada circunscrita al tema económico y a través de la cual el castrismo busca legitimarse al estilo chino o vietnamita: Reformas parciales en la economía y mantenimiento del control político y social.
Una reformulación del escenario, donde desaparezca el cliché del enemigo externo, causaría notables estragos en los fundamentos políticos e ideológicos.
Si esto ocurriera, la sobrevivencia del modelo sería imposible, tal y como fue concebido desde su creación en 1959 y posterior radicalización a partir de 1968, con la Ofensiva Revolucionaria.
Paso a paso Raúl Castro refuerza los intentos de alcanzar la integración plena, tanto regional como internacional, sin dar nada a cambio en materia de derechos políticos y civiles. Las evidencias saltan a la vista.
Volviendo al tema central del artículo y con la intención de exponer públicamente otros detalles de los hechos, valga decir que el ataque no se limitó al derribo del inmueble.
La esposa de García Pérez, Katiuska Torres Vidal fue golpeada y el activista Alfredo Pérez Ávila, requirió de dos puntos de sutura en la frente a causa de una pedrada, de acuerdo al mensaje de audio difundido por Roger Curbelo Marrero, miembro del MCL.
El asedio se prolongó por cuatro horas y en la noche cortaron el suministro de electricidad. Durante el ataque, los opositores tuvieron que refugiarse en la cocina, el único lugar de la casa que quedó en pie, añadió la fuente.
No se conoce si los damnificados han podido reparar la vivienda. La actual temporada de lluvias es la peor noticia para una familia que sobrevive a la intemperie debido a su militancia en pro de un cambio pacífico hacia la democracia.
Mientras tanto, las turbas permanecen en estado de alerta. Basta una orden para que salgan nuevamente a imponer el terror y quién sabe si también la muerte.