El pasado mes de enero, varios medios digitales hicieron referencia a la entrada del primer cargamento de carbón vegetal, exportado hacia a los Estados Unidos de América desde Cuba, producido de marabú, cuya información deja la curiosa interrogante de ¿a quién en verdad les estarán pagando los americanos por ese carbón?
Aunque -para que se admita su recepción- no se necesita licencia de los Departamentos del Tesoro y Comercio por tratarse de una Disposición Presidencial, según se menciona en los acuerdos suscritos entre ambas naciones; el Estado cubano debe presentar evidencias al Departamento de Aduanas y Protección Fronteriza que avalen que el artículo exportado es producido por “emprendedores cubanos”, entiéndase cuentapropistas, y no por entidades gubernamentales.
Tal vez estemos en presencia de uno de los solapados acuerdos que el ex presidente Obama elaborara secretamente con el dictador cubano, para agilizar el restablecimiento de las relaciones entre ambos países, incluso, obviando que la mercancía que estaba recibiendo es a costa del dolor y sufrimiento de personas privadas de su libertad que trabajan en condiciones de semi esclavitud y no por “emprendedores cubanos” del sector privado, como el régimen de la isla pretende hacer ver.
Como aquí lo mal hecho se ejecuta con agilidad y habilidad, se ha encontrado la manera de explotar la creciente población penal que cumple condenas en sus cárceles, creando una Resolución, la cual se denomina “Orden Cuatro”, cuya disposición consiste en adelantar a los prisioneros que cumplen largas condenas la categoría de mínima seguridad y mandarlos hacia los diferentes campamentos correccionales -ubicados a todo lo largo del país- y de ahí a los distintos puntos donde se produce el carbón vegetal.
Estos reclusos; al aceptar esta condición lo hacen -con el principal objetivo- de evitar el encierro y calvario que se vive en las cárceles cubanas, sin imaginarse que la vida que les espera es -sin lugar a dudas- peor que la del cautiverio. Sin experiencia, ni entrenamiento para desempeñar el difícil trabajo, son provistos de un hacha y una lima, como únicas herramientas de trabajo y enviados en parejas para los montes llenos de marabú, espinoso árbol que deben talar, trozar, para después poder confeccionar los hornos de donde se obtiene el referido carbón, así lo denuncian personas que han pasado por estos lugares.
Manuel García Arce, residente en el municipio Boyeros, estuvo durante dos años haciendo carbón, antes de ser liberado en el año 2014, a raíz del indulto a prisioneros cuando el Papa Francisco visitó Cuba. Él era funcionario de aduanas y cometió un delito de cohecho, fue sancionado en el 2012 a diez años de privación de libertad y comenzó a cumplir la condena en la bien conocida prisión “Combinado del Este”. Al año fue trasladado para Matanzas para un campamento donde estaban alrededor de ciento veinte presos que se dedicaban a cortar marabú para hacer carbón. La única “ventaja” que tenía era que, si entregaba la norma completa, le daban cinco días de pase al final de cada mes; lo que significa una bendición para una persona que se encuentra privada de libertad.
Manuel explicó que en ese lugar las condiciones eran pésimas, mala alimentación, continuos malos tratos, chantajes de los guardias; en fin, lo más cercano a la semi-esclavitud. Si no hacías lo que te ordenaban, muy simple te enviaban de nuevo para el encierro en la prisión.
Otra fuente consultada que prefiere el anonimato debido a que aun continúa cumpliendo sanción en un correccional de la provincia de Artemisa; planteó que estuvo trabajando en el carbón en el Campamento de las Pozas que pertenece al municipio Bahía Honda; y en estos momentos se encuentran cortando marabú para carbón ciento setenta presos en deplorables condiciones humanas.
Los reclusos que “disfrutan” de este plan, deben trabajar más de dieciséis horas diarias, para poder cumplir la norma que es altísima; cada hombre debe de entregar al final del mes una tonelada de carbón (1000 kilogramos), equivalente a cincuenta y nueve sacos; de lo contrario te suspenden el pase. Explica la fuente que la alimentación es pésima, el salario una verdadera burla, pagan el saco de carbón de primera calidad a doce pesos moneda nacional (0.48 centavos dólar) y el de segunda a nueve pesos (0.35 centavos de dólar).
El asentamiento de presos lo dirige un oficial del Ministerio del Interior (MININT) con rango de primer teniente, al que todos conocen por Florentino y junto a él hay un civil al que llaman Raidel, funcionario de la Empresa de Productos Varios (PROVARI), que es el encargado de contabilizar la producción, bien conocido por los presos porque acostumbra a maltratarlos a pesar de los trabajos y las vicisitudes que pasan en los montes donde cortan el marabú; llegando al extremo de suspenderles el permiso de pase si les falta una libra de carbón.
Habría que aclarar que PROVARI; es una Empresa administrada y controlada por activos del MININT que tiene representación en casi todas las cárceles del país; esta entidad utiliza a las personas recluidas como su principal fuerza de trabajo y los explota laboralmente.
A pesar de estar el régimen cubano adherido a los mecanismos e instrumentos internacionales que garantizan la protección de esos derechos; continúa utilizando métodos denigrantes contra la población penal, la cual necesita tener una voz de denuncia ante los organismos defensores de los derechos humanos, sobre las vejaciones y violaciones de las que son objetos.
¿Sabrá el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos de América, con quién está negociando en realidad?
Artemisa 28 de febrero de 2017