La Habana a pesar de ser pequeña, tiene una gran densidad de población, lo que hace que trasladarse en un ómnibus urbano en la capital de un municipio a otro pueda tomar horas. Este medio de transporte es conocido de forma popular como “guagua”, pero se ha convertido para los que tienen que utilizar este servicio, en un verdadero infierno sobre ruedas.
La cantidad de equipos automotor disponibles para brindar una adecuada transportación en la ciudad no existe, por lo que puede decirse que el servicio es pésimo. Los ómnibus siempre están repletos de personas hacinadas unas sobre otras y hasta muchas veces saliéndose del ómnibus con la puerta abierta. A pesar del clima tan caluroso que hay en el país la mayor parte del año, este transporte no cuenta con aire acondicionado; en particular a los ómnibus chinos marca Yutong, antes de ponerlos en las rutas, la empresa estatal les retiró el aire acondicionado.
Es una escena cotidiana encontrar una parada de autobús repleta de personas, que llevan mucho tiempo aguardando y que están desesperadas y de mal humor, por lo que cuando aparece la guagua, abordarla se convierte en una batalla campal. Nadie tiene consideración por alguien, ni los hombres por las mujeres, incluyendo las embarazadas, y mucho menos por los ancianos y niños.
Pablo Bustamante que es un trabajador de la Empresa de Ómnibus Metropolitanos explica que se han adoptado algunos cambios en las terminales de ómnibus, vinculados al hecho de que no les quedaba más remedio, porque la recaudación cada día era menor. Adoptaron un nuevo sistema de trabajo a partir del cual, el chófer de la guagua está autorizado a cobrar el pasaje; una parte de la recaudación se deposita en la terminal cuando termina el recorrido y el resto es su ganancia. Esto ha beneficiado de forma económica al personal del sector.
El pasajero Gilberto Herrera González, se queja que el salario que percibe es de unos 10 pesos diario y tiene que gastar -casi todos los días- 4 de ellos en ómnibus, para poder llegar a su centro laboral. Explica que, aunque el costo oficial del pasaje es de 40 centavos en moneda nacional, los chóferes nunca tienen cambio, porque la Empresa no les garantiza un fondo en moneda fraccionara, para que devuelvan los 60 centavos restante, lo que convierte el pago del pasaje en un robo autorizado.
También opinó un adolescente nombrado Jesús Armenteros Larrinaga, que de forma jovial aseguró que las “guaguas” aquí son como las películas clasificadas porque contienen lenguaje de adulto, sexo y violencia. Hay que ver las discusiones que se producen en los carros atestados de personas, los carteristas que no pierden oportunidad y muy a menudo, mujeres que se molestan y protestan porque algún depravado sexual aprovecha la oportunidad y se les pega detrás.
La señora Josefina Martínez Santo, iba a bordo de un ómnibus A-12, con el fin de dirigirse a la funeraria donde velaban a su hermano fallecido; se sintió incómoda dentro del vehículo cuando tenía que escuchar música muy alta, pero no se atrevió a decir algo al chófer, porque una persona que protestó, recibió del joven conductor una fuerte respuesta: “Si no te conviene bájate y alquila un taxi”.
El pueblo refiere que ese nuevo sistema de pago a los chóferes, solo beneficia a los administradores y el personal que labora en las terminales que han montado un negocio próspero con el sufrimiento de los pasajeros.
Hay solo dos sectores privilegiados que tienen el transporte asegurado en el país, el turismo que posee un parque de ómnibus bastante moderno y confortable que garantiza su traslado por toda la isla; y el militar con una flota de ómnibus que asegura el viaje a sus respectivas unidades y el regreso a sus domicilios.
La Habana, 28 de febrero de 2017.