A poco más de medio año para que se celebre el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba, ya es posible afirmar que lo previsto en la anterior cita no se cumplirá de forma cabal y muy en particular el lineamiento 15, referido al Perfeccionamiento del Sistema Empresarial, que ya está condenado al fracaso porque la empresa estatal que se pretende perfeccionar no tiene futuro.
El asunto está agravado, al ser el Estado el propietario de los medios fundamentales de producción, la nación queda condenada a la ineficiencia permanente, porque ha quedado demostrado –durante estos 56 años- que el Estado es un pésimo administrador.
Un antecedente de ese objetivo lo fue el llamado “Perfeccionamiento Empresarial”, que se inició 17 años atrás, mediante el Decreto Ley 187/98. Con algunas altas y bajas, hasta principios de 2011, se había incorporado un tercio de las empresas, pero de ahí en adelante el proceso se estancó y los medios oficiales hicieron un silencio total sobre el asunto; como estamos acostumbrados a que ocurra en el país ante cada fracaso.
Sobre esas entidades existía más exigencia, más requisitos, controles y más controles; mucho seguimiento y bastantes trabas para su gestión. Rompiendo el mutismo, en junio de 2014 el semanario Trabajadores se refirió al asunto con cierto pesimismo, e incluyó comentarios atribuidos a personas anónimas, como los siguientes: “…es una locomotora en retroceso…” “…nadie habla de eso”. Una opinión más extensa expresaba: “Según confesaron algunos directivos, no había atractivos para que el colectivo se motivara a buscar su ingreso en ese sistema”. Aunque el artículo se trató de cerrar con un toque de optimismo, el desastre quedó señalado.
Pero si los directivos carecían de motivaciones para buscar la eficiencia de las empresas, menos interesados estaban los trabajadores. Al concluir el pasado año, el 72,3% de la masa laboral, estaba ubicada en empresas estatales, con un salario medio de 584 CUP, equivalentes a 24 dólares.
Pero ciertamente el poder de adquisición que tiene este dinero en el mercado está muy limitado, ya que los productos y servicios (fuera de la libreta de racionamiento) se venden con una carga onerosa representada por el llamado impuesto de circulación, que los encarece por encima de su costo, algunos hasta en más de 3 veces.
Si se hubiera cumplido la amenaza estatal de eliminar la libreta de racionamiento, con la cual se pueden adquirir algunos productos subsidiados, se hubiera reducido aún más lo que representa el salario medio en la canasta básica del cubano.
Raúl Castro reconoció en el pasado Congreso de la CTC (Central de Trabajadores de Cuba), que el salario no satisface las necesidades del trabajador y su familia, lo que genera falta de motivación y apatía. Esta es una afirmación muy cierta, pero lo que no dijo es que la situación trae aparejado el interés por desviar recursos de los diferentes centros laborales y que crea el síndrome del menor esfuerzo, que como es natural contribuye a incrementar la ineficiencia.
Pero de forma contradictoria “el Presidente” negó la posibilidad de un aumento generalizado de los salarios, con lo que demostró, no solo un desconocimiento de dicho factor para impulsar la economía, sino sobre todo una gran insensibilidad acerca de las necesidades de los trabajadores y de la población en general.
Aún más tensa se volverá la situación si se decide llevar a cabo la unificación monetaria; con la medida ya anunciada de que será el CUP (moneda nacional) el único circulante, sin que se adopten incrementos salariales, ni se tomen regulaciones que posibiliten la disminución de los precios de los productos de primera necesidad en los mercados agropecuarios, ni en las llamadas Tiendas de Recaudación de Divisas (TRD). En este último caso la propaganda oficial no puede achacar los desmesurados precios a la desconsideración de productores, intermediarios, ni acaparadores; sino a la forma abusiva en que el Estado los establece.
Solo hay que esperar siete meses para observar la multitud de argumentos con los cuales se justificarán los incumplimientos, a lo que se añadirá, por supuesto, la sequía de este año.
La Habana, 17 de setiembre de 2015