Una persona amiga de la capital del país, comentó conmigo -vía telefónica- que había una gran escasez de medicamentos en La Habana y que se informó que era en parte por problemas de financiamiento lo que hizo que no hubiera materia prima. Ni corta ni perezosa le respondí:
-Imagínate tú aquí en Pinar del Río.
Se puede decir sin temor a equivocarse que en estos momentos la mayor preocupación para la población de la provincia más occidental del país es la falta casi total de medicamentos en las farmacias. Es algo que se viene presentando hace más de un mes y que ha incrementado de forma acelerada su tendencia a cero, porque como es natural todo el que ve que se desaparecen estos productos indispensables de los expendios, quiere tratar de tener en su casa guardados algunos, por si acaso. Es parte del efecto que produce en la sociedad el saber que las cosas merman.
Hay una parte de la población obligada a adquirir diversos medicamentos debido a la enfermedad que padece, como por ejemplo, asma, diabetes, hipertensión arterial, trastornos siquiátricos, migraña, etc., para ello el sistema de Salud Pública ha dispuesto el uso de unas tarjetas que asignan cada cierto tiempo, todo aquello que el facultativo haya recetado y que son conocidas entre el pueblo como: “Tarjetón”; pero ni tan siquiera están garantizados en estos momentos los medicamentos que se venden por este método.
Para los diabéticos tipo II es imposible conseguir la Metformina, todos se quejan que hace más de dos meses no “entra” en la farmacia y su sustituta tampoco.
En particular se destaca la ausencia total de medicamentos en crema, según se plantea la industria farmacéutica que los fabrica está cerrada y sin esperanza de cuando reinicie su producción.
Las personas se ven obligadas a acudir de nuevo a remedios caseros o realizar compras de fármacos producidos por laboratorios de Medicina Verde, los que no son siempre eficientes; así como también, los que pueden acuden a las farmacias donde se vende por moneda convertible (cuc), que teniendo en cuenta el cambio con la moneda nacional y los precios muy elevados, para la mayoría resulta imposible.
Aunque hay hospitales como: Abel Santamaría, León Cuervo Rubio y hasta el propio Pediátrico Pepe Portilla, que tienen sus farmacias, la historia de la escasez se repite en ellos y resulta muy difícil para los médicos poder recetar algún medicamento para aliviar a sus pacientes.
A pesar del gran descontento que este desabastecimiento ha provocado en la población, las explicaciones oficiales han sido mínimas, y mucho menos se ha dicho cuando se solucionará la situación, que incluye el hecho de que la distribución de medicamentos en las farmacias se hacía de forma semanal y ahora la periodicidad es dos veces al mes, e incluso en algunas localidades del interior de la provincia una sola.
Quisiera solo, para dar una idea de la magnitud que esto puede tener, poner el ejemplo de Clara Lago, una señora que padece de dermatitis crónica y hace ya dos meses que no puede comprar la pomada que necesita para que no empeore su situación. Explica que ha tenido que acudir al remedio casero de “hierba de la sangre” que se encuentra en los campo que, aunque le causa algún alivio no le hace mucho efecto; necesita de inmediato: Triancinolona y Clobetasol en crema, que son los únicos medicamentos que le controlan la dermatitis. Piense usted cómo estará esta mujer.
No hay dudas de que en el país cada día se vuelven más crítica nuestras necesidades como ciudadanos, pero el régimen se empeña en echar la culpa al bloqueo; algún día este método no tendrá resultados.
Pinar del Río, octubre de 2016.