Martes , 27 Junio 2017

Desidia criminal

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La verdadera medicina no es la que cura, sino la que precave.
José Martí

Pese a sus dieciocho años, Julio Abel Ferrer está perdiendo la batalla contra Tánatos. La intercesión divina es la última esperanza de sus familiares. Los médicos intensivistas del Hospital Calixto García, en La Habana, no logran contener el incesante deterioro de su estado clínico.

Este trágico suceso podría no estar ocurriendo. Bastaría que en el sistema de prevención del Ministerio de Salud Pública de Cuba no primara la desidia criminal.

Cuando este caso develó la crisis higiénico sanitaria prevaleciente en el edificio multifamiliar situado en el # 502 de la calle Industria, entre Dragones y Barcelona, ya varios de sus vecinos habían contraído la tuberculosis pulmonar. Consultados por estos reporteros los días 10 y 15 de octubre de 2014, aseveraron que hasta ese momento  ninguna autoridad sanitaria se había personado en el lugar.

Agregan que otro factor coadyuvante a la proliferación de esta enfermedad contagiosa es la intensa humedad existente en la edificación, proveniente sobre todo del estado ruinoso de la cubierta, y que esta responsabilidad recae sobre los órganos administrativos del Poder Popular.

El visible deterioro de este inmueble contrasta con la restauración del Capitolio Nacional, obra fastuosa que alojará a la inoperante Asamblea Nacional del Poder Popular y que insume grandes cantidades de materiales de construcción.

Sobre quién debería recaer la responsabilidad por la prevalencia de estado de cosas en nuestro país. Aunque probablemente nadie quisiera asumir semejante responsabilidad, alguien deberá cargar sobre su conciencia las muertes que pudieran originarse por estas y otras enfermedades prevenibles.


 

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