Martes , 27 Junio 2017

Cura de caballos en Venezuela

Nicolás Maduro puede meter en una jaula el pajarito que lo conecta con Hugo Chávez,poner en una maleta sus boinas rojas, tomar de la mano a su esposa, la Primera Combatiente, y salir directo y a Cuba a pasarse unos meses para instalarse después en el Perú, por ejemplo, o en Uruguay.

Claro, ese viaje no solucionaría de inmediato el problema de Venezuela porque los altos jefes militares, el poder real, con todas las medallas, las metralletas y los tanques, no van a encontrar aviones. Ni país que los reciba.

Además, como ya han explicado los estudiosos de la mente humana, los palacios de gobierno ejercen una fascinación especial sobre quienes se han asignado o reciben como herencia la categoría de líderes carismáticos que deben de salvar pueblos y controlar multitudes. Así es que, Maduro, impuesto en ese papel por Chávez y el castrismo, no está dispuesto, por mucha presión que reciba, a dejar su habitación del Palacio de Miraflores.

No importa que, según encuestas de los últimos días, sólo el 11% de los ciudadanos aprueba su gestión y que una mayoría clara reclama un cambio en la presidencia de la nación. Los elegidos por la providencia de la complicidad ideológica, los llamados a conducir al proletariado mundial, no aceptan la palabra renuncia ni siquiera cuando han arruinado la economía de su país y lo han convertido en el más violento y peligroso de la tierra.

Maduro no va abandonar su cargo porque se lo reclame la oposición o porque se lo pida de manera abierta o con metáforas torpes o dictadas por el temor un creciente número de chavistas decepcionados.

Él no se quiere ir y sus jefes no tienen otro figurón civil que lo pueda sustituir para rebajar la tensión porque, a pesar de todo, es el líder chavista mejor valorado por la población.

El presidente tiene en su gabinete ocho militares y, desde los tiempos de su padre político, centenares de uniformados de alto rango, 1.500 dicen los especialistas, ocupan cargos importantes en la estructura gubernamental.

La situación es negra y con charreteras. Son los generales venezolanos, con una reconocida vocación histórica por dirigir el país, los que pueden forzar la salida de Maduro y armar una junta cívico-militar. Y entonces el remedio haría más grave, estable y prolongada la enfermedad.

Tomado de elmundo.es


 

Scroll To Top