Martes , 27 Junio 2017
Cuando la incoherencia y la intolerancia se pretenden convertir en política

Cuando la incoherencia y la intolerancia se pretenden convertir en política

El órgano oficial del PCC publicó el martes 17 de mayo “Reglas para el debate o cuestión de principios“, un artículo de Rafael Cruz, tomado del blog La pupila insomne. Si publicar artículos de este corte tiene el propósito de estimular el debate nacional, felicito a Granma. Si pretende asumir como suyas esas “reglas para el debate” que se espera sobre los documentos del VII Congreso y la Constitución, estamos enfrentando en Cuba muy, pero muy graves problemas.

Según la esencia del articulo y de estas “reglas”, quedarían excluidos del debate todos los que no estén de acuerdo con el “socialismo” y quieran el “capitalismo”. Algo que dicho así se muestra tan maniqueo, sectario, intolerante y surrealista, que parece un absurdo. Al respecto, me asaltan algunas preguntas que deseo compartir y que agradecería a Granma su publicación.

1-¿No hay contradicción entre estas “reglas” y los llamados del primer secretario del PCC, Raúl Castro, a mantener la unidad en la diversidad, a desarrollar la democracia en el Partido y a construir un socialismo “democrático”, próspero y sustentable?

2-¿No saben quienes promueven estas “reglas” que la palabra debate significa controversia, contienda, lucha, combate de ideas y por tanto el debate solo es posible entre ideas diferentes?

3-¿Desconocen que el socialismo tendría que ser la sociedad más democrática, que es una etapa de tránsito hacia una sociedad superior al capitalismo, donde necesariamente tienen que estar presentes formas de producción y realización del viejo sistema de explotación asalariada y del otro naciente, sustentando en las formas libres de producción, privadas o asociadas, y que por tanto tenemos que seguir aceptando partidarios y practicantes del capitalismo?

4-¿Saben el autor y el Granma que según estas “reglas” estarían excluyendo del debate a todos los partidarios del “socialismo de Estado” que defiende oficialmente el PCC, por la sencilla razón de que tal no es sino una forma de capitalismo monopolista de Estado, por mantener y aumentar la concentración de la propiedad, las riquezas y las decisiones, solo que en el estado en lugar de los capitalistas privados, y por continuar con el sistema de explotación asalariada que tipifica al capitalismo?

5-¿Se dan cuenta que al pretender cerrar el diálogo con todos estarían excluyendo a varios millones de cubanos y que al cerrar todos les espacios de participación a la oposición, la estarían convocando a otra guerra civil en Cuba? ¿Es eso lo que quieren? ¿Saben las consecuencias?

Es evidente que el artículo de marras está preñado de incoherencia e intolerancia y que, desafortunadamente, ambas parecen querer convertirse en política oficial.

Lo vemos cuando Balaguer se opone a que se califique de “democrático” el socialismo como propuso Polanco y luego Raúl Castro asume el calificativo en el discurso final del VII Congreso. Se habla de renovación en el Partido y prácticamente son reelectos los mismos que siempre han decidido todo. Se limita la edad para entrar en el Comité Central a 60 años, pero muchos con más de 70 y 80 siguen allí. Altos funcionarios de Relaciones Exteriores se contradicen en relación con la visita del Presidente Obama.

La gente pregunta por qué Alejandro Castro, presidente de la Comisión de Seguridad Nacional, y Mariela Castro, ambos de amplias e importantes proyecciones políticas nacionales e internacionales, no quedaron en el Comité Central; por qué Expósito, más joven y eficiente dirigente reconocido por el pueblo, no pasó al Buró Político o por qué sigue Balaguer en dicho Comité Central, viejo, enfermo y responsable como ministro del ramo del desastre en el hospital psiquiátrico de Mazorra.

Se aprecia en los pa´trás y pa´lantes presentes en la importantísima política de comercialización de los productos del agro o cuando se critica acérrimamente al capital internacional pero se hace todo lo posible para que vengan miles de sus millones de dólares y euros en inversiones, para que nos invadan sus turistas y se presta nuestra capital para espectáculos top del más refinado gusto burgués, como la filmación de Rápido y furioso o el desfile de moda de la afamada firma Chanel, mientras La Habana parece un basurero.

La más reciente muestra de incoherencia la vemos cuando el Gobierno, cansado de defender el principio de no injerencia en los asuntos internos de otros países en Cuba, hace declaraciones de corte injerencista en los asuntos internos de países de América Latina.

La incoherencia se puede deber, entre otros, al desconocimiento de la teoría política y de las realidades, y a la existencia de diferentes enfoques entre los principales actores de políticas. La intolerancia refleja miedo. ¿Qué está pasando aquí?

La situación internacional es complicada, el reflujo de la ola izquierdista latinoamericana inquieta a los autoritarios, el acercamiento a EEUU ofrece oportunidades que algunos aprecian como amenazas por no saber manejar la política y la economía en las nuevas condiciones internacionales, las reformas raulistas no se abren cauces por la fuerte oposición de la vieja mentalidad retrógrada aún presente, mientras las necesidades populares crecen, aumenta la represión, disminuye la población y los jóvenes nos abandonan. Urgen soluciones.

Ante estas complejidades, si la incoherencia y la intolerancia se convierten en política oficial, las consecuencias pueden ser desastrosas.


 

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