La provincia de Holguín, a la que muchos llaman “La Ciudad de los Parques”, dentro de muy poco podrá conocerse como “La Ciudad de los Indigentes”, porque sus lugares públicos y alrededor de ellos; como por ejemplo las terminales de ómnibus, portales de entidades y otros que por tener donde guarecerse se prestan al efecto, son tomados como refugio de los que no tienen casa.
El régimen se vanagloria en el mundo, sobre el bajo índice de indigencia en el país; constantemente hace mención en los espacios noticiosos de los “homeless” en los Estados Unidos de América; pero no son pocas las madres que andan con sus niños de la mano, trasnochando por parques y corredores porque no tienen un hogar. Ocurre lo mismo con jóvenes y ancianos, y los que detentan el poder que hacen gala de sus programas de asistencia social, se mantienen sordos y ciegos ante tanta miseria ambulante.
No es un secreto la cantidad de dinero que invierte el estado cubano en propaganda política, usando para esto los fondos públicos, de los que nunca da cuenta al pueblo. Después de tantos años de mandato impuesto, en el que el pueblo trabajador ha creado, y continúa creando riquezas, no son suficientes para qué decrezca considerablemente el número de indigentes. Sin embargo, la gerontocracia continúa pidiendo más esfuerzos por parte del pueblo, cuando se sabe todo lo que se invierte también en hostigamiento, con el fin de defender la política del deteriorado Estado comunista.
¿Cuántos indigentes en Cuba estarían cubiertos por lo menos en una favela, si se hubieran utilizado correctamente los recursos, sin gastar dinero en guerras y guerrillas, ayuda a otros países, inversiones innecesarias y otros desvíos financieros más?
Es triste ver a madres jóvenes ocultándose con uno y dos niños detrás de los bancos y del follaje de matas ornamentales de los parques, tendidos en el suelo sobre papel cartón, porque están desamparadas, sin viviendas ni afecto filial.
También hay hombres jóvenes de diferentes edades, que trasnochan a diario sin pan, techo ni abrigo. Y qué decir de los ancianos cansados de haber trabajado tan duro durante toda su vida y que hoy se encuentran sin amparo de alguien y se vean forzados a deambular por las calles, pernoctando en las terminales, funerarias o cualquier lugar que sirva para pasar la noche, y la mayoría de ellos, cuando tienen unos centavos, lo dedican a comprar alcohol, o psicofármacos, para mantenerse bajo los efectos de cualquiera de ellos.
Es un panorama muy triste, y más aún saber que tenemos en el poder, un grupo de personas que gobierno ajenas al destino del pueblo.
Holguín, 17 de noviembre de 2015.