Diciembre/ 2011
Mis damas del alma:
En esta ocasión les hago estas líneas en condiciones excepcionales desde todos los puntos de vista, sin ni siquiera una pequeña mesa para poder escribir, lo que me obliga a usar un pedazo de tabla –que pido prestada- sobre mis piernas y sentado en un banquito de madera, porque tampoco tengo ni una silla; pero lo hago con el corazón ardiente, ensanchado y el espíritu fortalecido. Aprecio que soy un hombre un poco más sabio, pues creo que estoy en mejor posición para entender la difícil realidad de nuestra querida pero muy sufrida isla. Realidad que por su complejidad y variedad de matices –incluyendo los ideológicos- requiere de un análisis profundo y calmado con sensibilidad cristiana para intentar observarla desde todos los ángulos con objetividad e imparcialidad, pero con amplio sentido de cubanía; y así no caer en la fácil tentación de rechazarla apasionadamente desde la primera visión.
Llegué a la bien conocida cárcel El Combinado del Este el viernes 21 de octubre pasado a altas horas de la noche y el impacto inicial para mis ojos cansados fue demoledor, considerando que el cambio de prisión fue sin previo aviso y a la carrera, algo muy normal en el sistema carcelario cubano; así como las precarias condiciones de vida, casi comparables con una pequeña cueva rústica de campo.
Después de 16 años de régimen de aislamiento total y la mayor parte del tiempo en solitario, resulta chocante y arbitrario un traslado tan brusco y cargado de secretismo (no he recibido hasta el presente la más mínima explicación coherente sobre los motivos reales del cambio).
La celda (aquí le llaman Compañía) en la que estoy es la 2316 del Destacamento 21, edificio nº 2, 3er piso norte (esta cárcel posee 3 edificios de 4 plantas cada uno en forma de C), tiene alrededor de 2 metros de ancho por 4 de largo. Al final está la deprimente letrina o baño turco, donde hay un tanque de hierro de 55 galones que se utiliza para almacenar el agua las pocas veces que entra, lo que restringe aún más el reducido espacio del baño, y nos obliga a tener que bañarnos sobre la misma letrina. Todas las paredes de la celda están muy deterioradas y llenas de manchas de moho por la humedad constante, consecuencia de la filtración de agua que viene del piso superior. Esta situación también nos fuerza a tener permanentemente naylons debajo del techo con el fin de recoger las gotas de agua y trasladarlas hacia fuera a través de una especie de canales improvisados hechos de pomos de plástico de refresco (aquí le llaman “pepinos”).
Convivo con dos presos comunes y compartimos una litera de tres camas una arriba de la otra, y duermo en el piso tres pues fui el último en llegar (parece que hasta esto fue fríamente pensado), que está casi pegado al techo, lo que me pone en una situación de peligro constante, porque si me cayera mientras duermo, cualquier tipo de daño físico me pudiera provocar, a lo que hay que sumar la incomodidad y el esfuerzo que tengo que hacer para subir noche tras noche.
Nos mantienen encerrado la mayor parte del día, excepto en la hora que nos dan de sol en el patio de lunes a viernes, que no tiene horario fijo, y que también se usa para las llamadas telefónicas donde nos dan como máximo 10 minutos, un día si y el otro no, menos los sábados y domingos. El piso o destacamento donde me encuentro tiene un total de 210 presos. Un día llaman 90 y el otro 120, lo cual provoca discusiones frecuentes y en ocasiones hasta riñas. Es realmente humillante todo lo que hay que pasar para hablar unos pocos minutos con la familia y sin privacidad alguna, pues los teléfonos (19 en total, aunque siempre hay varios rotos) están en el mismo patio uno al lado del otro a menos de un metro de distancia.
Sobre el campo deportivo, una pista de atletismo de 800 metros y un terreno de pelota, solo se nos da acceso, como promedio, una vez al mes por dos horas. Esta actividad es muy bien valorada por todos los reclusos. Ya fui en una ocasión y para mí constituyó todo un acontecimiento histórico. Por primera vez en tantos años de encierro pude caminar y hacer ejercicios en un área amplia, en un verdadero terreno deportivo. Por algunos momentos llegué a sentirme un humano entero. Parecía un muchacho de la alegría. Es increíble como nuestra propia razón se engaña ante un pequeño cambio positivo, ante el fuerte empuje de la emoción, pero que en esos instantes, después de tantas restricciones y limitaciones, nos parece algo grandioso; lo que evidencia que la real felicidad está en los agradables pequeños detalles cotidianos, que muchas veces pasamos por alto y solamente los observamos o apreciamos en su justa dimensión una vez que nos faltan, cuando ya no están a nuestro alcance. Otra gran lección de vida para mí, que hora aplico a todo lo que me rodea, sobre todo a mis seres queridos. En estos momentos, a pesar de las cadenas que soporto, espiritualmente, soy un hombre más libre y hasta más íntegro, pues siento que mi alma se ha llenado de luz.
La alimentación es pésima, normalmente se compone de un poco de picadillo de soya (10 gramos) o un huevo hervido y agua de potaje. Cada 15 días nos dan un cuarto de pollo, la llamada comida especial, en lo que se conoce como el “Boquete”, donde se encuentra el comedor, un área de aproximadamente 40m2 con mesas y bancos de concreto y granito. Pero la ansiada ayuda familiar, y más que nada el inmenso cariño que se tiene, son el alimento vital que nutre mi cuerpo y espíritu. Si hoy gozo de salud mental y física, es esencialmente gracias a ella. Por lo que el mérito que pueda tener relacionado con mi firme voluntad de ser siempre un hombre bueno y digno por encima de las circunstancias en que me encuentre, es fundamentalmente gracias al amor ejemplar y tierno de mi familia.
El horario de televisión es el siguiente: de 3 a 4 pm ponen la novela de turno, vuelven a abrir a las 8 pm para el noticiero nacional de televisión, y lo mantienen encendido hasta las 12 o 1 am, aunque la programación se limita a noticias, principalmente de contenido político, novelas, deporte, películas. También, sin horario fijo, ponen programación variada (musicales, seriales, etc.) a través de un sistema interno de video. Para todo el destacamento hay dos televisores, ubicados en áreas separadas y cerradas cada una con candado. Yo hasta el momento no he ido ni una sola vez al televisor, mi mente aún no se ha adaptado a tanta bulla y aglomeración. De personas.
Relacionado con la asistencia médica, te puedo decir que es un mecanismo muy lento y con carencias evidentes, hasta el extremo de forzar a algunos presos a hacer huelga de hambre para que se les de una atención adecuada. A las carencias materiales se le suma de forma negativa, el factor humano, creo que por falta de exigencia, organización y sobre todo de sólidas motivaciones. Espero no tener que lidiar con esta otra burocracia carcelaria, de las tantas que hay aquí.
Febrero/2012
Comencé el nuevo año con una buena nueva: es que ya estoy durmiendo en la cama de abajo, vamos avanzando ¿no les parece?
Continúo esta carta después de haber disfrutado hasta el extremo del encuentro de mi linda Gabi; el cual me aportó una energía extra y superior que sé que me durará por un buen tiempo. Yo hice el mayor esfuerzo físico y mental para trasladarle lo más positivo de mí; pero creo que el más beneficiado de ese momento singular fui yo, pues la natural alegría y sensibilidad de mi niña contamina para bien todo lo que rodea. Y vi a una joven con personalidad propia que ya sabe lo que quiere y que está muy bien enfocada en su objetivo. Yo no tengo dudas de que puede alcanzar lo que se proponga, inteligencia y entusiasmos le sobran.
¡Cómo me emocioné con sus fotos! Mi Kati, como siempre, muy hermosa y con esa dulce, cristalina e intensa mirada, reflejo vivo de su alma, que por si sola calma y sana. Y tú, Vilmuchi, bella, con tu impotente personalidad intacta, y esa especial sonrisa que al más apático impresiona. ¿Qué hablar de mi Gabi? Basta solo con decir que es única. A Richard, que volver a verlo me trajo gratos recuerdos de mi infancia, cuando mis ojos de niño lo veían como un gigante, que nunca lo olvido.
Mami, papi y Albert están bien en general. Yo cada día me sorprendo de los valores de nuestros padres porque son una fuente inagotable de amor, integridad y sabiduría, que me obliga a mantener la ecuanimidad y mirar al cielo en muestra de mi eterno agradecimiento por ser parte de su sangre y espíritu. Ellos son mi más profundo y cuidado orgullo. Y todos debemos sentir por ellos el respeto más sólido, como la admiración más elevada pues han sido y son nuestro mejor ejemplo de vida. Albert también me sorprende constantemente, no solo por su seriedad y responsabilidad sino por su firme carácter y actitud ante las dificultades, imperfecciones y contradicciones inherentes de la cultura y naturaleza humanas. Entiendo que mi propia situación le ha acelerado su proceso de maduración, lo cual me entristece y afecta mi conciencia. Por lo que me siento en la absoluta obligación de darle lo mejor de mí hasta el final de mis días.
Mis bellas damas, saben que vivo cada segundo pendiente de ustedes, que solo imagino la felicidad a su lado pues su cariño, valor y fuerza espiritual son el alimento vital que le da pleno sentido a mi existencia.
Como siempre y para siempre las adoro con el corazón.
Roly