El gobierno cubano ha alcanzado la cifra de 1,500 detenciones arbitrarias en el último mes. A los cubanos rebeldes no les sorprendió la agresividad y el empeño de los militares. El episodio se produce en medio de una luna de miel del régimen con la Unión Europea
MADRID.- El gobierno cubano suele dar muestras de su vocación de cambio cuando permite la apertura de timbiriches privados o descuartiza, entre inversores extranjeros, el puerto de El Mariel. Pero hay que reconocer que es empecinadamente tradicional y firme en su gestión para reprimir la celebración del día de los Derechos Humanos. Este viernes arrestó a unos 200 opositores y alcanzó con ese esfuerzo la cifra de 1,500 detenciones arbitrarias en el último mes. Una fiesta por todo lo alto.
La campaña de la dictadura para evitar que en Cuba se recordara esa fecha, fijada por un acuerdo de la ONU hace 67 años, se desplegó en La Habana y en todo el país en contra de las Damas de Blanco, la militancia de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) y los periodistas independientes.
Ahí está el testimonio gráfico de la violencia de la tropa policial para romper las manifestaciones de las mujeres y de los activistas y las denuncias de varios corresponsales obligados a permanecer encerrados en su casas o en las redacciones de su medios con agentes de la seguridad del estado como guardianes en las puertas.
A los cubanos rebeldes que padecen esas razias todos los años y otras similares cada domingo o cualquier día de la semana, no les sorprendió ni les extrañó la agresividad y el empeño de los militares y su recua de guatacas de las brigadas de respuesta rápida.
Ahora sí, la verdad es que para muchos observadores y especialistas de la realidad cubana la cacería de opositores pacíficos en el día de los Derechos Humanos debe de ser un mensaje complejo para muchos funcionarios y dirigentes extranjeros en la víspera del primer año del restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos.
El episodio llamará la atención, además, porque se produce en medio de una luna de miel ancha y prolongada del régimen con la Unión Europea, que incluye visitas de los principales líderes del viejo continente, trasciende los tratados comerciales y los intereses de los inversionistas y apunta ya importantes convenios en los dominios de la educación y la cultura.
Se suponía que las ventajas económicas y el espaldarazo que recibe el régimen cubano con esos acercamientos con los máximos representantes de las democracias en el mundo, debían animar al castrismo, aunque fuera por oportunismo y a regañadientes, a guardar sus pistolas, recoger los látigos, abrir las celdas y comenzar a ensayar el respeto por los derechos y las libertades de los ciudadanos.
La vida diaria demuestra que no ha sido así. Y la historia del grupo que está en el poder enseña que esas señales no aparecen en ninguno de los planes quinquenales que los comunistas cubanos diseñan para el porvenir.
