Martes , 27 Junio 2017

Accidente de tránsito

En la calle Prado frente al Capitolio y donde se encuentra ubicado el popular Restaurante “Los Nardos”, se produjo un accidente entre un ómnibus metropolitano de pasajeros perteneciente a la ruta 67 que va desde el municipio Cerro hasta la Habana Vieja.

La guagua impactó a uno de los llamados  de forma popular “almendrones” (máquinas de los años cincuenta que en función de taxis llevan a cubanos de un extremo de la ciudad a otro).

Los hechos que nos fueron contados por Martha Romero, ama de casa residente en calle Oficios en la Habana Vieja, sucedieron con total responsabilidad del chófer del ómnibus, quien desde la salida del paradero llevaba mala cara y tremendo apuro en terminar su turno de trabajo.

Explicó la señora: “Sí, hasta me maltrató al subirme a la guagua, figúrese yo tengo 76 años, estoy limitada físicamente y este bastón más el tiempo que me tomo al caminar, son la única ayuda que tengo, el hecho de demorarme al subir, no era para que me gritara: ¡Apúrese señora, que esto es paꞌ hoy!”

Las autoridades oficiales de la policía demoraron lo acostumbrado en llegar al lugar de los hechos, casi una hora más tarde, aún esperaban los involucrados para declarar sus versiones. Entonces ahí fue donde me interesé por la noticia, pues aquella señora se encontraba entablando una discusión (que nos contó más tarde ante nuestro curioso lente) con el chófer del ómnibus, pues, ella esperaba que alguna otra guagua viniera a recoger los pasajeros que iban en el transporte del accidente.

Martha alegaba que había pagado su pasaje y no le habían devuelto su dinero, porque consideraba el chófer que esa suma insignificante, no debía ser devuelta. Al ser la última en bajarse era la testigo perfecta para declarar a favor del chófer, quien rápidamente le cortó el paso con encantos y sonrisas para que esperara por las autoridades para brindar declaración a su favor. A lo que Martha, respondió: “Ahora si te conviene venirme con lo de…. señora le ayudo a bajar? Pero lamento decirte, que otro tendrá que atestiguar por tu inocencia, porque lo que soy yo, solo brindaría testimonio de tu imprudencia ante el volante.”

Ella nos dice con conciencia que hoy la educación de los jóvenes y no tan jóvenes ha quedado en el olvido, el maltrato en los servicios y la falta de atención hacia el cliente se han convertido en una mala práctica que termina con el desprecio y la confrontación.

Así terminó Martha la mitad de su viaje en el ómnibus 67 con destino al Cerro, marchándose por la acera vestida con blusa azul y saya negra, apoyada en su bastón como única ayuda y el chófer a la espera de algún inocente que prestara declaración de algo que no vio, pues al igual que la anciana todos tomamos caminos distintos.

La Habana, 9 de julio de 2015.


 

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