Tal y como era lógico suponer la reciente visita de Raúl Castro, Presidente de la República de Cuba, al Papa Francisco en el Vaticano ha sido un acontecimiento con gran cobertura informativa.
En declaraciones posteriores, según recogen los medios de comunicación, el presidente Castro ha transmitido un gran respeto y admiración por la figura del Papa Francisco incrementando, si cabe, las expectativas que ha generado la visita de Su Santidad a la República de Cuba por cuanto que se entiende de su sensibilidad por el Continente Americano, su firme compromiso con el diálogo y su muy activa y decidida voluntad de trabajar por los más débiles.
El presidente cubano ha señalado con motivo del viaje a Roma que es consciente de que en su país no se cumplen los Derechos Humanos y ha establecido como requisitos a mantener de forma incuestionable la gratuidad de la educación y de la asistencia sanitaria. Creo que esta afirmación ofrece un amplio campo de trabajo, pues también en nuestra democracia total la educación y la sanidad forman parte de los derechos fundamentales de los españoles y por ello la asistencia es gratuita.
En el proceso negociador de las dos grandes organizaciones políticas que existen en el mundo, no debemos olvidar que la Unión Europea fue quien inició el dialogo, existen una magnífica oportunidad para de forma coordinada, como ya he tenido ocasión de señalar en otros momentos, solicitar al gobierno de Cuba una reforma no discutible y objetiva que asegure no un cambio en detalles de naturaleza económica, sino un verdadero cambio en apoyo de su pueblo, pues a mi entender, como gobernante que es, Raúl Castro tiene la obligación de trabajar por un futuro de oportunidades en su país.
En mi opinión, en el centro de ambos procesos negociadores se encuentra el pueblo de Cuba y los trabajadores cubanos que son o deberían ser los primeros beneficiarios de cualquier alivio en la crítica situación económica que sufre la isla.
Creo que este análisis ofrece una magnifica oportunidad para que el Papa Francisco, en el amplio margen de maniobra que le ha concedido Raúl Castro, pueda trabajar por los más débiles, los trabajadores, que me consta que están presentes en sus oraciones.
Yo, como Raúl y Fidel Castro, también fui alumno del colegio de Belen de los Padres Jesuitas de La Habana, y hoy me llena de orgullo y me honra decir que soy diputado nacional del Grupo Parlamentario Popular y Secretario Cuarto de la Mesa del Congreso de los Diputados.