Martes , 27 Junio 2017
Urna y parodia

Urna y parodia

Una de las grandes conquistas del socialismo en Cuba, un triunfo de las ideas progresistas y revolucionarias que muestran con orgullo los compadres de la Sierra Maestra, es la eliminación definitiva de las elecciones libres. Desaparecieron de la vida pública con un cartel de rezago burgués y símbolo del pasado capitalista. Las fulminó Fidel Castro en el verano de 1960 cuando en uno de sus discursos se hizo esta fatídica pregunta : «¿Elecciones para qué?»

Elegir el Gobierno en las urnas era parte del plan enemigo. No se habló más del asunto. La palabra fue desterrada de la isla y sólo la hicieron regresar, en 1976, disfrazada con una boina roja y al son de un tambor de cuero de chivo. Para la pachanga electoral de la Asamblea Nacional, en la que se eligen los diputados que selecciona el Gobierno, no se puede presentar nadie que no sea señalado por el dedo oficial y los ciudadanos tienen la obligación de ir a votar para llevar a la cumbre la unanimidad y el entusiasmo. En aquella pantomima participó el 96% de los votantes. Esa comparsa está vigente hasta el día de hoy.

Las nuevas generaciones de cubanos no han visto sufragios verdaderos. Los últimos se realizaron en 1948. Salió electo presidente el abogado Carlos Prío Socarrás y, en 1952, Fulgencio Batista le dio un golpe de estado y lo mandó al exilio.

Los caudillos latinoamericanos de Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador no han podido ser tan radicales como sus mentores de Cuba y, aunque se hagan todas las noches la misma pregunta de Fidel Castro, se tienen que conformar con engatusar a los ciudadanos, trampear desde el poder durante los procesos electorales y calafatear los mecanismos democráticos para reelegirse y luchar por envejecer en sus tronos.

Los hombres y mujeres de esos países tampoco asisten ya a votaciones legítimas. Ese es el socavón fundamental de las instituciones y el inicio de la ruta hacia el autoritarismo que prepara la escena de las dictaduras.

Con todas sus imperfecciones, baches y sobresaltos, a pesar de la miseria de los corruptos y los ladrones, España reafirma hoy la fuerza de su democracia con unos comicios municipales con más partidos políticos que nunca a los que los ciudadanos pueden confiar su voto y la esperanza del cambio y del progreso en libertad. Aquí se sabe para qué son las elecciones.

Tomado de elmundo.es


 

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