Angelina Andrea Suárez Moreno es vecina de Calle Misión No 461 apto 32 entre Águila y Florida en el municipio Habana Vieja. A ella y su familia no se les ha otorgado una vivienda segura y en la que vive, tiene el techo a punto de desplomarse.
Su núcleo familiar está compuesto además, por su hijo de 41 años con diagnóstico RMM asociado a la epilepsia y su madre de 81 años que sufrió un infarto cerebral que le ha producido parálisis, la cual está postrada y su cama, luce hundida por el mal estado del colchón.
Este cuadro familiar va acompañado de unas condiciones habitacionales pésimas. Una pequeña cocina y baño lucen limpios pero despintados y sin un mínimo de condiciones; al otro lado lo que fuera la sala- comedor ahora la habitación de dormir de los tres, llena de muebles y paquetes, que antes estaban en las habitaciones de arriba.
La barbacoa donde dormían formada por dos habitaciones medianas luce desde la planta más baja huecos que abofan el techo de lo ya descrito. Subir la escalera de madera aún sólida es el medio para poner los pies en un piso que vibra ante cualquier peso: la arena del techo y el olor a humedad las hacen inhabitables.
Esta familia es una de las tantas que recibe asistencia social en la Isla. El Ministerio del Trabajo y Seguridad Social (MTSS) debiera atender con sistematicidad y prontitud todas sus necesidades, a través de los trabajadores sociales y otros funcionarios de sus entidades municipales y provinciales, pues para ello recibe un financiamiento, pero cuenta con un personal corrupto que se asocia, para desviarlo en beneficio propio.
Por ese motivo, Angelina Suárez Moreno lleva casi quince años haciendo gestiones y obedeciendo las humillaciones de funcionarios que, sin respetar la salud de los enfermos que cuida, la envían a una institución u a otra para que pierda el tiempo y no vea solucionado el problema de su vivienda. Si tuviera dinero para pagar el soborno hubiera sido muy diferente: ya tuviera una casa con las comodidades que necesita.
“Aquí es donde vivo, mis vecinos son muy buenos, me ayudan mucho, tengo a mis hermanos de la Iglesia, esta zona es muy céntrica pero dejo todo por una casa chiquita, en cualquier municipio, lo único que pido es que sea en bajos, con un cuarto donde quepan todos los muebles, un baño y una cocina con sus herrajes, un techo seguro, que podamos dormir con tranquilidad, sin sobresalto, mi hijo está en crisis, hay que sedarlo, tiene miedo dormir aquí”, comenta Angelina.
Quien la ve desandando su municipio de residencia a diario con su hijo, mientras una vecina le cuida a su madre, no imagina la tragedia que vive; Angelina es una mujer muy limpia y sale a la calle lo mejor posible, su voz es suave y siempre sonríe, habla bajo y sus modales son respetuosos, agradece a Dios hasta las pruebas que enfrenta con fe y optimismo.
En una conversación realizada en el apartamento contiguo para evitar la ansiedad en su hijo discapacitado, Suárez Moreno muestra todo tipo de documentos y enseña una libreta donde hace años hace todos sus apuntes y se pueden apreciar nombres de entidades que ya no existen y los de personas que nunca concientizaron la situación precaria de esta ciudadana que se siente desatendida y humillada.
Sería muy extenso escribir todo este recorrido que nada ha aportado a su bienestar, por lo que la cronología que muestra la indolencia y el engaño de los directivos seleccionados por las entidades políticas y rectoras del país para desempeñar responsabilidades que resuelvan la crítica situación de la vivienda en la Habana (muy similar en el resto de Cuba).
Se muestra entonces, a partir de su recién incursión a la oficina que la atiende con motivo de un falso otorgamiento de un albergue fuera de su municipio de residencia y una segunda opción en Habana Vieja sin el mínimo de condiciones expuestos por la afectada.
Suárez conserva su Expediente No 109/2002 abierto para su caso, del año 2002 el que la autoriza a vivir en un albergue de tránsito hasta que exista el inmueble que pasaría a ser su vivienda, cuestión demasiado dilatada e imposible de comprender y justificar.
Año 2014- Se le orienta después de numerosas negativas, a asistir a la oficina que otorga albergues, ubicada por aquel entonces cerca de los muelles, ahora en Calle Economía entre Apodaca y Corrales para que fuera de manera sistemática, lo hizo cada semana por más de 2 años sin embargo, solo ha escuchado la frase “hay que esperar”.
13 de enero de 2016- Ante el peligro de un evidente derrumbe y el pánico familiar incluyendo a sus vecinos, se persona en su casa el arquitecto de la comunidad de nombre Cepero y prohibió de inmediato habitar la barbacoa emitiendo una resolución que conlleva a un urgente traslado para un inmueble con condiciones mínimas para ser habitable, de ser posible en planta baja. Una vez concluida la visita del arquitecto, Angelina fue a la oficina donde la atienden con dicha resolución y la citaron para el siguiente día.
14 de enero de 2016- La funcionaria María del Carmen la visitó para comunicarle que recogiera todas sus pertenencias diciéndole que le darían el albergue de tránsito el próximo lunes (18 de enero) conocido como “Albergue Plaza-Bahía” sito en la barriada de Bahía en el municipio Habana del Este y le extendió documentos para que los firmara.
18 de enero de 2016- Las horas pasaban, su hijo entró en crisis y fue a la oficina que le había prometido el camión de mudanza con ambulancia para trasladar a su madre y solo le dijeron que no se había podido conseguir el transporte para trasladarlos, que sería sin falta al día siguiente.
19 de enero de 2016- Quien la atendió le explicó que estaban reunidos discutiendo su caso ya que pensaban que el barrio Bahía estaba muy lejos del Hospital Naval ¿!? . La frase para concluir el corto despacho fue:”Te pido de favor que tengas paciencia porque te voy a buscar otro lugar que quede aquí mismo en Habana Vieja”.
20 de enero de 2016- la reunión en la entidad continuaba en horas del mediodía; los vecinos no sabían qué hacer para ayudarla con su hijo, Angelina sintió la desesperación. Ningún funcionario la visitó.
21 de enero de 2016- Un vecino la acompañó a la oficina de atención y otorgamiento de albergues y la respuesta de la funcionaria Yuliet fue que ya tenía el local. El mismo está en un edificio conocido como “Tricontinental”, que se encuentra en Calle Muralla No 417 entre Obrapía y Aguacate lo que fuera las oficinas de una entidad cuyas siglas son “CDO”.
Esta construcción de principios de Siglo XX tiene un puntal muy alto por lo que para llegar a su primer piso hay que subir una escalera estrecha de escalones muy altos y empinados. Desde que llegaron junto a otra vecina fueron recibidos por un futuro inquilino que es quien se encarga de abrir y cerrar la puerta de entrada ya que aún no tiene condiciones para ser habitado.
Es este un local de oficinas, no de casas por lo que un baño tiene que ser usado por varias familias. La cocina no tiene fogón para cocinar y uno de los baños muestra huecos porque no le han instalado las tasas o inodoros. Algunas habitaciones muestran grandes cantidades de escombros, la posibilidad de convivir con insectos, roedores y entre mosquitos es rotunda. De esta visita Angelina conserva fotos y vídeos hechos con el móvil de quien la acompañó.
En la tarde del mismo día, luego del recorrido por el albergue de Calle Muralla, Angelina fue a la oficina de nuevo, a ver a Yuliet acompañada por una vecina indignada ante lo que considera “una falta de respeto”; la funcionaria estaba en el gobierno del municipio y tomó nota de las quejas expuestas por Angelina y su vecina, donde al final escribió que la afectada “hacía rechazo a la única oferta que podía otorgarle, aclarándole que, de firmarlo, ella (Yuliet) daba por concluido el caso”.
Para aplacar los ánimos de hermanos de la iglesia y vecinos que no abandonaron a Angelina y le exigían una respuesta convincente y un otorgamiento a la medida de las necesidades de Angelina y su familia, Yuliet dijo que Angelina podía visitarla pero por el momento no tenía otro local que otorgarle.
Una de las vecinas, Ana Rosa Ledea, inquirió a la funcionaria de cómo quedaba lo del otorgamiento en el “Plaza-Bahía” que a Angelina no le interesaba lo lejos que estuviera del Hospital Naval pues ella lo que necesitaba era una casa segura en planta baja en cualquier municipio, Ledea insistió que ella iría a ver qué sucede, para averiguar por que no le dieron allí el albergue si Angelina firmó los papeles. Yuliet dio una respuesta evasiva.
Todos salieron de allí y fueron para las oficinas del Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, para exponer su queja, aunque reconocen no residir en el área que él remoza conocida como “Casco Histórico” la cual abarca la zona turística y se extiende hasta Calle Egido muy lejos de la de Misión.
Cuando el también dirigente decide llevar una obra reconstructiva en un edificio dado, envía a sus moradores a un área que llaman de “las casas plásticas” que tiene muy buenas condiciones habitacionales y sirve de tránsito hasta que son ubicados en edificios de la periferia.
La sugerencia les fue dada por la persona que cuidaba el edificio donde radica el Historiador y este les comunicó que, Leal estaba enfermo que por qué no hablaban el caso con Jiménez que atiende las casas plásticas, y radica en Calle Obispo pero al llegar a esta otra oficina a las 3 pm les dijeron que el funcionario se había marchado. Muy atento el cuidador les informó que Jiménez atiende al público cada miércoles de 9 a 12 del mediodía.
27 de enero de 2016- Bien temprano, Angelina llegó a dicha oficina con dos vecinos y esperaron a que llegara el momento de atención al público. La recepcionista al ver la dirección de su vivienda le dijo que no podía ser atendida en esa entidad y le sugirió fuera al mismo departamento pero Muralla No 1 donde está el gobierno municipal.
Al llegar habían varias personas exigiendo un albergue las cuales perdieron sus viviendas tras los derrumbes ocurridos los días 15 y 29 de diciembre; otros como una señora ubicada en el albergue Bahía Plaza imploraban un lugar más cercano por estar al cuidado de un encamado y tener que trasladarse a Habana Vieja para muchas gestiones.
No obstante la algarabía Angelina fue atendida por Delma quien anotó todo lo sucedido y le dijo que entregaría el documento redactado a Osiris y Lismay las funcionarias encargadas de darle una respuesta en esa entidad, las cuales estaban en otras funciones, por lo que debía ir a verlas el lunes 1º de febrero.
“Delma escuchó atenta y se veía apenada, por lo menos se disculpó y le dio ánimos a Angelina de que todo se iba a solucionar, no entendió como no le dieron el albergue en Bahía si había firmado y estaba el dictamen del arquitecto de la comunidad que tiene peso para el otorgamiento”, dijo Ledea.
28 de enero de 2016- El edificio de Calle Misión No 461 es un entrar y salir continuo de sus moradores. Sus tres pisos muestran una hilera de pequeños apartamentos, las escaleras dan miedo ascenderlas o bajarlas y han sido restauradas por sus propios inquilinos.
Desde hace unas semanas Epidemiología del policlínico que los atiende ha declarado que las aguas están contaminadas por lo que se hizo un arreglo que mantiene la entrada del edificio con un hueco y escombros que dificultan el acceso al inmueble.
La situación pudiera tornarse crítica por el aumento de virales asociados al consumo de agua no hervida y tratada con las gotas de hipoclorito o a la proliferación de basureros, mosquitos y otros insectos y roedores. Los moradores están preocupados.
En el piso intermedio y al final del pasillo está el apartamento 32. Una anciana yace en una cama en mal estado, un hombre de edad indefinida habla como si fuera un niño y se queja sin cesar, en medio de ellos y con parte de sus pertenencias empaquetadas, en espera de la mudanza una mujer no deja de atenderlos, es Angelina preocupada pero siempre sonriente.