Martes , 27 Junio 2017
Tendremos gas, pero no comida para cocinar…

Tendremos gas, pero no comida para cocinar…

Luego de casi 55 años de Revolución, por fin el gobierno cubano decidió vender gas licuado de petróleo, GLP, de manera liberada, es decir, sin racionamiento, pero a precios no subsidiados.  La medida fue dada a conocer a la población la pasada semana, y también las tarifas  aprobadas por el Ministerio de Finanzas y Precios.

La disposición incluye además el alquiler de una balita (bombona), así como la instalación a domicilio con regulador, manguera y  presillas.

Sin lugar a dudas, la medida constituye un paso de avance, pues  esta alternativa no sustituye ni elimina el habitual servicio normado ni sus precios actuales, que como es conocido, están por debajo de su costo, según afirma el gobierno, para quien cada paso que se da en bien del pueblo constituye siempre un “sacrificio” del estado. Cabría preguntarse ¿ y si no es el Estado, quien sino puede luchar en bien del pueblo? y…¿de donde el Estado obtiene el dinero con el que subsidia los bienes, sino es del aporte del mismo pueblo trabajador al presupuesto del Estado?

Históricamente  los cubanos han tenido acceso  a la provisión estatal de  cilindros de gas licuado de petróleo, GLP,  que antes de la llamada “Revolución Energética”, se entregaba a los núcleos familiares que tenían contrato para recibir el combustible. El resto de la población cocinaba con keroseno, leña, carbón u otro invento cubano.

En el año 2006, a Fidel Castro se le ocurre llevar a cabo una “Revolución Energética”, durante la cual se eliminó la entrega de keroseno a la gran parte población que lo recibía, sobre todo en zonas rurales del país,  y la de los cilindros de gas licuado a los que vivían en las ciudades. A cambio, el gobierno otorgó a cada casa una parrilla eléctrica, una olla arrocera y otros equipos de cocina, con la idea de dejar de depender del gas y otros derivados del petróleo.

Entonces la  entrega de gas licuado solo se comenzó a hacer bajo el esquema de racionamiento estatal a sólo un cilindro (una balita o bombona) cada seis meses, un nivel mínimo diseñado solamente para cuando las condiciones climatológicas no permitieran abastecer de electricidad a la población.

La “Revolución Energética” no era descabellada en su esencia, facilitó la vida de muchos cubanos que durante toda su existencia cocinaron con keroseno, pero se la “fastidió” a quienes estaban acostumbrados a cocinar con gas licuado, por ser este mas económico que la electricidad y porque las parrillas eléctricas, y las ollas eléctricas no sustituían, en el caso cubano, la eficiencia de una cocina de gas.

Jefes de familia como Lisandra  González, vecina de Alamar, una ciudad  dormitorio en el este de La Habana, señalan que salir del keroseno fue un gran paso de avance,  pero como todo en Cuba, “el remedio fue peor que la enfermedad”, pues entonces subieron las tarifas de la  electricidad y  florecieron nuevas contradicciones…”con los salarios que percibimos y los precios de la corriente, no había quien viviera”, afirma Lisandra  arrugando la sien y moviendo la cabeza para los lados en forma de negación.

“Al año o tal vez menos tiempo comenzaron a romperse las cocinitas que dieron, esas cocinas no son para eso, son cocinas de campismo”, agrega Lisandra.

“También las ollas multipropósito se rompieron y arreglarlas se convirtió en una odisea y cuando se iba la “luz” no se imagina que “embarque”, había que empezar a inventar”, afirma Roberto Otero, también vecino de Alamar, donde la mayoría de la población cocinaba con keroseno antes de la “Revolución Energética”.

Otro señor que hacia la cola para comprar la balita de gas que le corresponde cada 11 días,  para un núcleo de 6 personas, dijo “al principio todo el mundo estaba contento, pero después la gente vio que tenia que hacerlo todo con esa cocinita de campismo que dieron, usted se imagina… ¡hasta hervir el agua de tomar!… que no es poca, porque con el calor que hace en Cuba hay que tomar bastante agua y si no la hierves, entonces vienen los parásitos y esos bichos están que no se mueren con nada”,

“Mire yo decidí comprar la balita de gas por la izquierda, unas veces por un lado otras veces por otro, a los vendedores de los puntos de venta, a los “carreros”, y me costaban carísimas, pero qué iba a hacer si al final ya todo se había roto y no tenia con qué cocinar. Menos mal que el gobierno se dio cuenta y comenzó a dar de nuevo el gas de balita”, dice sonriendo el señor que dijo nombrase Eugenio Valdés, y añade “aunque a decir verdad el gas que me dan aún no me alcanza”.

Lisandra González interrumpe de nuevo para agregar “En mi casa vivo yo con una hermana de mi misma edad, mi hija, su esposo y dos niños pequeños, uno recién nacido, que hay que hervírselo todo, ¿usted cree que con una balita cada 11 días alcance para todo lo que hay que hacer si en mi casa, si el fogón casi no se apaga en todo el día?, “y no solo eso, con los salarios que cobramos, usted no quiera saber… ¡que balita en 130 pesos ni qué nada… eso es para los que tienen dinero y nosotros ni robamos ni hacemos negocio, en mi casa somos gente honrada!, la verdad,  yo cada día me pregunto qué es esto, menos mal que dicen que es socialismo”, afirma indignada.

“Es cierto”, dice alguien mas alejada que escuchaba la conversación, “yo soy jubilada y mi pensión es solo de 245 pesos cubanos,  y vivo con mi hijo, su esposa y dos niños, y ellos dos son médicos, pero el salario no alcanza ni para empezar, ellos tienen que hacer dulces para vender y eso que son cirujanos”, añade esta señora que llega casi a unos 65 años y dice llamarse Rosa Armenteros.

“Ahora liberaron la venta de gas, pero usted cree que con esos precios podemos comprarlo, fíjese, si yo recibo 245 pesos de pensión, cómo cree usted que yo puedo comprar una balita en 130 pesos, se iría  la mitad de mi salario en eso solo,  y de qué vivo entonces”, expresa encogiéndose de hombros.

El Ministerio de Finanzas y Precios de Cuba fijó tarifas para estos servicios de venta de gas liberado que ya comenzó en La Habana y Santiago de Cuba.

El gas  licuado en cilindros de 10 kilogramos tiene un costo de  130.00 pesos moneda nacional, CUP, y el alquiler de un cilindro vacío de 10 kilogramos es de  500.00 CUP, válido por el tiempo de vigencia del contrato.

“Eso de liberar el gas esta muy bien, es algo que el gobierno debería haber hecho hace mucho tiempo, pero será para quienes tienen dinero, no para los pobres como nosotros que aunque en mi casa casi todos somos profesionales los salarios no alcanzan ni para comer, imagínese usted menos para dar 130 pesos por una balita, si cuando se acabe el gas compramos una de esas, entonces tendremos gas,  pero no comida para cocinar” añade Rosa y suelta con hilaridad la risotada, como buena cubana.


 

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