Vuelve el Secretario de Estado a referirse a Venezuela, esta vez para mostrarla como “un ejemplo de democracia imperfecta”, una manera muy jesuítica de pasar la idea de que un Estado fallido, que se precipita en el caos económico, político y social, donde bandas armadas aterrorizan impunemente a la población, todavía puede calificar como “democracia”.
En cuanto al adjetivo, no se necesita haber sido monaguillo, ir a misa cada domingo y comulgar como JK para saber que la Iglesia predica que todo ser humano es imperfecto por naturaleza aunque “perfectible”, luego, toda obra humana también es imperfecta y lo único que puede aspirarse es a mejorarla constantemente: sólo Dios es perfecto.
Sin embargo, una declaración tan anodina sirve de pretexto para el rechazo automático de los voceros del castrismo en Caracas lo que, por cierto, no cambia ni un ápice la convicción de JK de que éste no es un régimen hostil sino incomprendido. Acompañará a Cuba hasta que alcance una “democracia completa” (no digamos “perfecta”).
Hace poco a la pregunta de Andrés Oppenheimer de qué negoció con Castro respecto a Venezuela, JK asintió confusamente, mascullando que “queremos que Cuba, perdonen, Venezuela, obviamente, cumpla las normas y estándares de la OEA, requerimientos interamericanos de DDHH, elecciones libres con responsabilidad, rendición de cuentas a la comunidad internacional, transparentes, accesibles para cada sector de la sociedad”, es decir, todo aquello que no cumple el mismo régimen cubano.
Pero esto ha generado el hilo con que se tejen audaces especulaciones acerca de qué fue realmente lo que se discutió y a qué acuerdos llegaron, prefigurándose escenarios de la futura Asamblea Nacional que van desde los realistas que auguran una proporción 90/60, es decir, un 3 a 2 a favor del gobierno, hasta los optimistas que creen posible que permitan un triunfo por escaso margen de la oposición para defenestrar al jefe de la Asamblea, como ya hicieron con el tercer miembro de la troika que sucedió a Chávez.
JK salió de su visita al Vaticano iluminado por la idea de que la pobreza “es la causa principal del terrorismo”, lo que debe haber causado cierta perplejidad al menos en Arabia Saudita donde la familia Bin Laden sigue siendo de las más ricas del reino o en Caracas que, según ese criterio, debería ser menos violenta que La Habana.
Sería arduo determinar en qué momento la Iglesia abandonó la alabanza de la pobreza como una virtud para convertirla en el mal por antonomasia, la raíz de todos los otros males que nos atormentan, como la delincuencia, la violencia y el terrorismo; sobre todo cuando es evidente que no son las personas ni los países más pobres los que causan más daño, como cualquiera puede advertir sin el menor esfuerzo.
El meollo está en la hegemonía de ideas socialistas, que explican todos los problemas como consecuencia de lo que ellos adversan por sobre todas las cosas, la desigualdad, estrictamente la desigualdad económica, porque ninguna otra les preocupa ni luchan por eliminar como, por ejemplo, la desigualdad de poder político.
Cuando organizaciones jerárquicas y disciplinadas como la Iglesia, FFAA, partidos, burocracia, son colonizadas por ideas comunistas, ocurre que toda cuestión comienza a ser interpretada con un lente economicista y clasista, sus respuestas y acciones se vuelven asquerosamente estereotipadas y uniformes, como no puede ser de otra manera, pues todos los problemas tienen una causa única y esta es económica.
Si se combate la pobreza todo nos será dado por añadidura, aunque de hace miles de años se sepa que “no sólo de pan vive el hombre”.
Pero el Poder sigue agazapado en las sombras, camuflado detrás de los pobres.
CUBA, QUE LINDA ES CUBA
El país que tiene más partidos inscritos en la Internacional Democratacristiana: Partido Demócrata Cristiano, Movimiento Cristiano Liberación, Directorio Democrático Cubano, Proyecto Demócrata Cubano y una plataforma común de seis puntos básicos: democrática, participativa, pluralista, incluyente, humanista, orientada al Bien Común.
Es imposible determinar cuan involucrada pueda estar la Iglesia en estos movimientos políticos, pero es evidente que no pueden serle del todo ajenos. Su actitud parece ser expandirse no enfrentando al régimen comunista sino bajo el régimen comunista, recuperando iglesias, casas parroquiales y otros bienes robados por los Castro y hoy en ruinas, para ser rehabilitados con fondos del Vaticano.
Abriendo seminarios (Cuba es el único país latinoamericano con vocaciones sacerdotales superavitarias), escuelas, liceos y quién sabe si alguna universidad católica, a nivel de pregrado, porque ya se han abierto dos sedes de postgrado a cargo de la Universidad Católica San Antonio de Murcia.
Al contrario, la actitud de la Internacional Socialista ha sucumbido a su oportunismo político, de hecho, no ha aceptado la inscripción de ningún partido socialdemócrata cubano. Desde hace casi veinte años que el partido de Vladimiro Roca ha solicitado su inclusión en la IS y no lo han admitido alegando que ¡no es legal en Cuba!
El pobre Vladimiro, al que le perdonan la vida porque es hijo de Blas Roca, uno de los líderes del histórico Partido Comunista Cubano, anterior al actual de los Castro, ha pretendido registrarse en Cuba sin que le hayan dado ninguna constancia ni siquiera de asociación civil porque, como se sabe, el régimen político cubano es de partido único.
Pero la IS ha invitado a Fidel Castro a sus asambleas cuando ostentaba la presidencia de la organización de países no alineados, mucho más interesada en tratar con el régimen comunista que con la oposición socialista. Han inscrito movimientos guerrilleros como el FSLN de Nicaragua y Al Fatah, de Mahmud Abbas, alias Abu Mazen.
¿Cómo olvidar el firme apoyo que prestó Rodríguez Zapatero y su canciller Moratinos a la tiranía de los Castro y las ventajas que esta alianza facilitó a la industria hotelera y de telecomunicaciones españolas?
En cambio, el país que tiene más partidos inscritos en la IS es Venezuela: Acción Democrática, Movimiento Al Socialismo, Voluntad Popular de Leopoldo López y Un Nuevo Tiempo de Manuel Rosales, también calificaría Alianza Bravo Pueblo de Antonio Ledezma, inequívocamente socialdemócrata.
Pero el único partido inscrito en la Internacional Democratacristiana es COPEI. Primero Justicia no ha solicitado inscripción, que se sepa, aunque también tiene sus vínculos internacionales con el PP de España y el PAN de México.
Para cerrar el incordio de la cárcel de Guantánamo JK ha implorado los buenos oficios del Vaticano para conseguir algún alojamiento para sus huéspedes, inútilmente porque nadie los quiera recibir, aunque sean menos de los que se hacinan en un pabellón en el resto de Cuba o de los que asesinan en una sola requisa en Venezuela.
Si hubiera un barómetro para medir el índice de los DDHH en el mundo se podría constatar que el cierre de esa cárcel no movería el fiel ni un milímetro hacia arriba ni hacia abajo, lo que evidencia la hipocresía de las autodenominadas organizaciones defensoras de derechos humanos que usufructúa la ultraizquierda, como Amnistía Internacional, movidas menos por el buen corazón que por un feroz antiamericanismo.
Como JK habrá constatado, la Iglesia acompaña a sus devotos hasta el cementerio, pero no se entierra con ellos.
VOLVER AL FUTURO
La prédica del perdón y la reconciliación conduce a la paradójica equiparación entre víctima y victimario, olvida que aquella sufre una injuria que merece una reparación satisfactoria y éste no tiene nada que perdonar y si una deuda que pagar ejemplarmente.
Esta injusticia esencial se pretende esconder tras un falso desprendimiento que si se tomara en serio daría al traste con todo el Derecho Penal porque, ciertamente, ¿para qué juzgar y condenar crímenes que necesariamente siempre están en el pasado en lugar de mirar hacia el futuro y construir un mundo mejor, etcétera?
Es un hecho curioso pero no sorprendente que esta sea la bandera que enarbolan los espías cubanos recientemente liberados por la Administración Obama, entre ellos los asesinos de los Hermanos al Rescate, que quieren “pasar la página y pensar sólo en el futuro”, lo que aparenta altruismo pero en realidad es repugnantemente conveniente para ellos y el régimen que siguen apoyando sin el menor arrepentimiento.
Asimismo pretenden las FARC que se haga “borrón y cuenta nueva” con sus tropelías del pasado y las actuales que perpetran mientras negocian, a través de lo que llaman “justicia transicional”, esto es, la que operaría mientras acceden al poder en Colombia, como lo han hecho otros movimientos guerrilleros en Venezuela, Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Nicaragua, El Salvador, etcétera.
Lo más sorprendente es que estos mismos guerrilleros no renuncian a juzgar ellos a los soldados y policías que los han combatido y en Colombia se dice explícitamente que la indulgencia de esta “justicia” no le es aplicable a los funcionarios militares y policiales que hubieran incurrido en violaciones de DDHH, lo que luce muy plausible pero grotescamente desproporcionado.
A quien estuvo décadas secuestrado por las FARC o perdió las piernas por una mina “quiebra patas” se le ofrece la oportunidad, desde su silla de ruedas en el hospital, de ver en televisión a sus torturadores optando a cargos en el Congreso y, por qué no, a la presidencia de Colombia, con el magro consuelo del perdón y la reconciliación.
Así, los hermanos Castro quieren juzgar y condenar a Álvaro Uribe por el crimen de haber desafiado con éxito su liderazgo político en Latinoamérica, olvidando de un modo sorprendente que Juan Manuel Santos era su Ministro de Defensa, por lo que no se ve cómo aquel es imputable y éste no por los golpes propinados a las FARC, ni apelando al burdo truco de decir que podía hacer más como gobernador que como presidente.
Lo mismo ocurre en los demás países, porque esta es una posición consistente del socialismo internacional. No debe olvidarse que el juez prevaricador socialista Baltasar Garzón quiso desenterrar los huesos de Francisco Franco para juzgarlo; pero ni siquiera admitió las querellas contra los todavía vivos dirigentes comunistas como Santiago Carrillo, ni hablar de dictadores como Fidel Castro, aunque deba su fama mal habida al arresto de Pinochet.
En este punto coinciden unánimemente los socialcristianos cubanos que predican: “El pasado no lo podemos cambiar, miremos hacia el futuro”. Para ellos, el embargo es una entelequia de la guerra fría que debe ser superada. Paradójicamente sostienen que el embargo sirve sólo a los Castro, no obstante, “favorece tanto a EEUU como al gobierno cubano eliminarlo”, o sea, con el embargo los Castro están bien y sin él, mejor.
El oráculo de la izquierda americana, el New York Times, más pragmático, dice que el embargo “no ha funcionado”. En un famoso editorial, el primero que publica en español, define al de Cuba como un “gobierno autoritario”, no dice “comunista”, de hecho, esa palabra no aparece ni una vez en el editorial.
“Cuba fue incluida en la lista (de países patrocinadores del terrorismo) en 1982 por su apoyo a movimientos rebeldes en América Latina, aunque ese tipo de vínculos ya no existe”. ¿Y cuándo sería que según el NYT Castro rompió sus vínculos con los movimientos insurgentes en Latinoamérica, ni mencionar los de África y Asia?
Ni siquiera al NYT le viene bien mentir para sostener lo insostenible, ni tergiversar como cuando afirma que “la mayoría quiere suspender el embargo y establecer relaciones”, claro, hasta la Ley Helms-Burton lo dice, aunque con las condiciones que ella misma establece, no consolidando al castrismo.
El NYT aplaude la acogida al régimen castrista “rompiendo así la tradición de excluir a la isla por exigencia de Washington”, aunque es un hecho histórico bastante conocido que la exclusión de la OEA se hizo a solicitud de Venezuela por muy fundadas razones que ni siquiera el NYT puede desvirtuar, como la invasión de Machurucuto, entre otras. Concluye utilizando, como al pasar, el término “desbloqueo”.
La Resolución de la OEA del 31 de enero de 1962 declara: “el actual gobierno de Cuba, que se ha calificado a sí mismo de marxista-leninista, no responde a los principios ni a los objetivos del sistema interamericano”. ¿Qué ha cambiado desde entonces? ¿El gobierno de Cuba ya no se autocalifica de marxista-leninista? ¿El marxismo-leninismo ahora es compatible con los objetivos del sistema interamericano?
Esto no lo puede cambiar el NYT, ni siquiera el Papa, que para otros efectos sigue siendo infalible.