Rafael es uno de los miembros de mayor edad de la Casa del Combatiente en San Antonio de los Baños, provincia de Artemisa. Es conocido en todo el pueblo por su fanatismo “revolucionario” y su fanfarronería.
Este hombre de la tercera edad es un entusiasta de los actos de repudio que organiza el régimen contra los opositores; al extremo de no perderse uno solo de estos siniestros espectáculos, aunque para ello deba viajar a distantes pueblos, aun cuando estos se encuentren fuera de la geografía de la provincia Artemisa o de la vecina Mayabeque.
La imagen de Rafael es inconfundible siempre lleva puesto un pantalón verde olivo y una gorra de oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Es un convencido de los métodos represivos, por lo que muchas veces cuando ve pasar a un opositor al régimen no pude contenerse y estalla a gritos de: “Paredón, paredón”, evocando los tiempos -según él- de la primavera revolucionaria del año 1959.
El odio de Rafael hacia todo lo que no coincide con la política oficial es patológico. Por eso cuando visita a sus amigos Felo y Manuela responsables del CDR (Comité de Defensa de la Revolución) en la Avenida 47 número 7404 entre 74 y 76 y mira hacia la casa de altos -que queda al frente- donde reside una opositora, el rostro se le deforma notablemente y le tiembla la boca de rabia.
Es un individuo no solo detenido en el tiempo en lo que se refiere a su vestuario, sino también en su antipatía e intolerancia.
En las ocasiones en que no se puede contener grita también: “muerte a los Derechos Humanos”, los que le han visto aseguran que en esos momentos es lo más parecido a un ratón gordo y furioso.
Para muchos en el pueblo, Rafael es como el régimen, anacrónico pero real. Una de las cosas que más le divierte a este individuo es pararse en medio de la calle a las cuatro de la tarde, cuando los estudiantes de Secundaria Básica salen de sus escuelas y gritar consignas del régimen para que los muchachos lo repitan; pero sucede que ninguno de estos chicos le hace coro, pues ya están bastante agobiados por la propaganda que deben digerir en sus escuelas.
Esto encoleriza al decrépito anciano que entonces grita como poseído: “Viva el Comandante”, “Paredón para los derechos humanos”.
Artemisa, 2 de octubre de 2014.