La fumigación para la supuesta eliminación del mosquito aedes aegypti, es agobiante, el humo es asfixiante, le hace daño a muchas personas, sobre todo a los asmáticos y alérgicos; además el olor a petróleo se queda impregnado en todos los rincones de la casa y de la ropa. No hay horarios para hacer este trabajo y el desorden es incontrolable.
Un ómnibus de la ruta 27 que circulaba por la calle 17 en el barrio capitalino del Vedado por donde es habitual su recorrido, fue obstaculizado por un carro de fumigación que iba esparciendo humo en grandes cantidades delante de él.
Los pasajeros se ahogaban, y el chofer aun perdiendo la visibilidad para continuar transitando –de forma irresponsable- seguía su recorrido sin detenerse afectando a niños y ancianos que tosían; algunos se tapaban la nariz y la boca para no inhalar la fumigación.
Las personas -disgustadas e indignadas con este hecho- comentaban entre sí, que la fumigación tenía el objetivo de exterminar al pueblo.
La Habana, 15 de mayo de 2014.