En medio de la calle 7, una de las más transitadas del municipio Bejucal, en Mayabeque, se encuentra el monumento a las madres, en un pequeño parque que ha sido cercado.
Allí hubo bancos para el descanso y ahora crecen arbustos y abundante hierba. En este espacio cerrado hay una venta de frutas, que pertenece a un señor llamado Lázaro, una especie de “latifundista”, propietario de muchas de las tierras que rodean Bejucal y un poco más allá, tierras no heredadas, sino cedidas personalmente, según él plantea, por Raúl Castro, que es su amigo; el que suele pasar algún que otro rato de recreo en las propiedades de Lázaro.
Los bejucaleños estiman este monumento por su belleza y significado, pero no hay acceso completo a él, ya que el lugar solo está abierto mientras se venden las frutas.
El tiempo ha hecho estragos en la escultura, que tiene manchas oscuras debido al abandono y la humedad, apenas se distinguen los rostros de la madre y el niño. Es costumbre en muchos pueblos de Cuba que haya un monumento para honrar a las madres, esos sitios son siempre asequibles. En Bejucal no sucede así, ese pequeño parque y el homenaje que se rendía allí a las madres, ya no existe.
Mayabeque, 13 de mayo de 2014.