Bajo el silencio de los gobiernos de la región y de la Iglesia católica, en el tiempo en que el Papa Francisco recorre América del Sur como un ángel en paracaídas, la policía cubana arrestó esta semana a decenas de opositores y le fracturó a golpes un hueso de la cara al activista por los derechos humanos Antonio Rodiles. La Unión Europea, sin embargo, le pidió al régimen que castigue a los que se “extralimitan” porque es inaceptable el uso de violencia excesiva. Y Estados Unidos expresó su preocupación por el episodio.
Ante la indiferencia de los vecinos y de los delegados de Dios en la tierra, los europeos y los campeones de la libertad de Washington le envían un recado claro y conciso a las Damas de Blanco, los ex presos políticos, los periodistas independientes y los artistas rebeldes: están solos.
Después de tantos años enfrentados a una dictadura militar, los opositores cubanos conocen los laberintos de la retórica diplomática. Aunque es verdad que para comprender los textos de los europeos y de los norteamericanos no es necesario ser un experto o un agudo observador político.
Johhanen Hans, comisario de Política de Vecindad Europea, ha pedido a los jerarcas del castrismo que permitan todas las formas de expresión pacífica. Ha dicho que Bruselas tiene la esperanza de que el régimen tome las medidas necesarias para remediar el asunto de la represión y está seguro de que Europa seguirá en la vía de mantener los contactos con los gobernantes cubanos para formar parte del proceso de cambios y no perder las oportunidades que se abren después del deshielo en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
La reacción de los estadounidenses tiene también ese matiz de protesta por compromiso y reafirmación por conveniencia. El Departamento de Estado mostró su preocupación por la violencia ejercida contra los opositores en una nota firmada por su portavoz John Kirby. En el párrafo siguiente se aclaraba que esa situación no hará cambiar la política de Estados Unidos respecto al restablecimiento de relaciones con Cuba.
Las piezas están escritas por la necesidad de marcar una posición decente frente a la brutalidad oficial y por el interés de demostrar que irán de todas formas a negociar con los represores. La oposición, que espere a la luz del relumbre de los cuchillos. Para los grandes demócratas del mundo el deshielo es lo más importante porque es una forma de hacer dinero y, a lo mejor, con el tiempo, una cura de caballos.
