Martes , 27 Junio 2017
Los zapatos de Correa

Los zapatos de Correa

LA HISTORIA de América Latina demuestra que los dictadores de aquellos predios floridos creen, desde las primeras horas en el poder, que han comenzado a dominar el tiempo. Suelen ser violentos, bulliciosos, implacables y extravagantes. Todos rechazan que los llamen dictadores aunque ejerzan con solvencia el oficio o se presenten como aspirantes adelantados y con buen porvenir. Los identifica, además, como un sello en su programación genética, el odio al periodismo.

En ese dominio de rencor tienen una fraternidad tenebrosa y santificada por la impunidad oficial con los grupos mafiosos, los narcotraficantes, los delincuentes comunes y los extremistas que controlan ciertas zonas de la vida desde las sombras mediante unos sicarios que aprecian la sutileza de los filos de los cuchillos y la textura de la pólvora y el plomo.

El año pasado murieron asesinados en aquella región 29 periodistas, cuatro desaparecieron y no hay cifras exactas de los que se tuvieron que callar o cambiar el enfoque de sus temas por miedo a morir tiroteados en una calle o por haber recibido amenazas a su familia.

Ya es parte del resumen de fin de año en la región la estadística de los comunicadores eliminados por los intereses de los gánsteres y la lista de medios de prensa cerrados por decretos tramposos con visos de legalidad aprobados en países donde los gobernantes se niegan a leer lo que escriben los periodistas libres y, más importante todavía, se niegan a que lo lea la ciudadanía.

La represión y el golpe anunciado tienen nombres y apellidos. En Venezuela, esta semana el gobierno clausuró el programa radiofónico de la periodista Nitu Pérez Osuna, de Radio Caracas Radio, acusada de insultar a Nicolás Maduro. La profesional dejó este recado: «A los ciudadanos que me han callado… se me ha cercenado mi derecho al trabajo. La censura es absoluta».

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