Otra vez un tribunal cubano “hace justicia” al sancionar a cinco acusados a penas de entre 8 y 25 años de privación de libertad y otros dos a cadena perpetua, por el asesinato de cuatro personas que pretendían salir del país(1), lo que constituye un aparente asunto concluido.
Pero -por desgracia- estos no son los primeros casos, ni serán los últimos, porque una apreciable parte de la población de Cuba, hace 56 años que pretende salir del país por cualquier medio, legal o ilegal, con seguridad o riesgo, dejando atrás sus pocos bienes y hasta a sus seres más queridos.
El último remanente de una sociedad de inmigrantes, fue en el año 1959, cuando hubo un saldo migratorio externo favorable de 12 345 personas. A partir de ahí se invirtió la tendencia y en los años restantes ha sido siempre negativo, llegando a totalizar alrededor de 2 millones de personas.
El régimen imperante culpa de esa situación a los Estado Unidos de América, por haber establecido la Ley de Ajuste Cubano y la Política de Pies Secos-Pies Mojados; también a delincuentes como los recién sancionados; como siempre se libra de toda culpa, porque nunca ha querido reconocer que esa emigración masiva ocurrida y por ocurrir es de su responsabilidad.
La inmensa mayoría de los que se fueron o quieren partir son jóvenes que no ven su futuro en Cuba, porque viven miserablemente y no tienen un proyecto de vida y mientras los personeros oficiales mantienen su letanía del imperialismo y el bloqueo, la gente continúa yéndose por cualquier medio, pero algunos de ellos son víctimas de traficantes de personas o de simples criminales.
La emigración actual no tiene nada que ver con la de las primeras décadas de la dictadura, una vez que ha pasado un año y se estabilizan en cualquier ciudad del norte, quieren regresar a Cuba, algunos de ellos motivados por la familia que dejan atrás; otros, así de sencillo, quieren que los que se quedaron, vecinos, amigos y hasta familiares, los vean rentar un carro y pasearse por las calles de su ciudad o pueblo natal, algunos no desean ni alojarse en las destartaladas casas donde vivían y exhiben su poder económico alquilando un apartamento.
Algún día habrá que sentar en el banquillo de los acusados a los principales culpables de ese éxodo que ha cobrado miles de víctimas, como las informadas por los medios, el pasado 16 de febrero.
El Tribunal seguramente consideró que cumplió con su deber, además se informó a la población como un alerta a los que quieren salir ilegal por las costas, pero la realidad es otra: ¡Los más notorios asesinos andan sueltos!
(1)Periódico Granma 16 de febrero de 2015.
La Habana, 19 de febrero de 2015.