La cantante puertorriqueña Olga Tañón, descubrió la felicidad y la esperanza en la capital cubana, a través de las sonrisas de parte de sus moradores. Ella está segura de que esas manifestaciones son la certeza de que el cubano de a pie va dejando atrás el desánimo y la resignación, gracias a los “óptimos resultados”, de las actualizaciones del modelo económico supervisado por el general-presidente y el avance hacia a la normalización de las relaciones con los Estados Unidos. Eso dijo recientemente al mundo a través de la agencia EFE. El hallazgo de la multipremiada artista describe el candoroso acercamiento a un escenario donde el acto de reír puede estar vinculado a causas que poco tienen que ver con las ilusiones de poder enmendar cada una de las desgracias y carencias. Debe conocer que en las dictaduras, la alegría es a menudo un decreto que hay que cumplir al pie de la letra, por razones obvias, o un atajo para darse algunas escapaditas de las comarcas del tedio y la sinrazón. A neófitos, ingenuos, cínicos y tontos útiles, hay que recordarles que las circunstancias impuestas desde el poder han desnaturalizado la significación de un gesto tan noble. Detrás de esas expresiones que simulan placidez y buen ánimo, podría haber una acumulación de frustraciones o el modo de buscar la empatía con fines sin nada en común con la amistad y la decencia. Como bien se sabe, la masificación del chantaje como herramientas de control social, muchas veces tienen como punto de partida un derroche de amabilidad, con sonrisas incluidas, para ganarse la confianza del prójimo y conocer sus interiores con la finalidad de usarlas en el momento oportuno. El alcoholismo y la locura, también son detonantes para reír a mandíbula batiente. Dos fenómenos que en la actualidad afectan a decenas de miles de personas a lo largo y ancho de la Isla, debido al reciclaje de las insuficiencias materiales y a los altos niveles represivos. Por supuesto que no es mi intención absolutizar un enfoque que pudiera estimarse como excesivamente pesimista y parcializado, pero quien haya vivido bajo la égida de un gobierno totalitario tendría que asentir frente a estas exposiciones, salvo que se lo impida el miedo o la adhesión incondicional a la ideología del partido único, por convicción o intereses espurios. Mucho menos pretendo demeritar la opinión de la afamada intérprete. El asunto es que su experiencia se limitó a unos pocos días del pasado mes de julio, mientras filmaba escenas para un videoclip. Quiero comunicarle a Olga Tañon que mis compatriotas simplemente mostraban una de sus armas más eficientes en las batallas por la supervivencia. La risa en Cuba es un alivio para después de cada paliza existencial. El ticket para un viaje virtual fuera de los predios de un país sometido a la voluntad de una élite proestalinista. Ella debería saberlo. Cuanto antes, mejor