Martes , 27 Junio 2017

Lentes sin contacto y carreta atascada

MADRID– Ahora resulta que los empecinados, los cerrados, los dogmáticos, los ciegos que no quieren ver los cambios del régimen cubano son los activistas de derechos humanos, las Damas de Blanco, los periodistas independientes, los ex presos políticos y opositores que amanecerán mañana bajo una atmósfera represiva que no cesa. Se asegura que les falta luz larga para ver la realidad que viven, como si las golpizas, los calabozos, los mítines de repudio y el acoso fueran sombras pasadas.

Esa es la tendencia entre algunos sabios criollos y extranjeros, profesores y filósofos, “obispos y embajadores”, como dice José Martí en aquel poema a la niña de Guatemala.

Es, además, una corriente de opinión en las complejas y variadas oleadas de quienes padecen a plenitud del síndrome de Estocolmo y les molesta la presencia crítica y constante de los grupos de hombres y mujeres que, en Cuba, salen a recordar todos los días que una cosa son los boniatos liberados y el capitalismo de sambumbia. Y otra la libertad.

Una visión similar, matizada por normas de la política o de la diplomacia que se expresan con una especie de solidaridad vergonzante o casi clandestina, tienen algunos políticos con un gran expediente internacional de demócratas. A ellos, los avatares del poder y las finanzas les ponen unos espejuelos graduados que tienen nubes y claridades convenientes incrustadas para mirar el escenario cubano.

Lo moderno, lo actual, lo correcto y lo civilizado, desde esos puntos de vista, es correr a sacar turno para la comparsa. Lo conveniente es celebrar la presencia en La Habana de un magnate ruso y unos manganzones brasileños y chinos que van a montar negocios al puerto de El Mariel y olvidarse de las protestas por Sonia Garro, la joven Dama de Blanco arrestada desde marzo de 2012, y de otros 80 presos políticos que están en las cárceles.

Sí, los intelectuales y artistas que se fueron un día hastiados, por temor o porque quisieron, que vayan pronto a sacar boletos de avión para no llegar tarde a aquella famosa convocatoria que sigue abierta por el Ministerio de Cultura: A gozar y a bailar con la Sinfónica Nacional. Y ni una palabra sobre el encarcelamiento del escritor Ángel Santiesteban y que Librado Linares, el ensayista y profesor, uno de los presos de la Primavera negra que se negó a salir al exilio, soporte los asedios y ataques a su casa y a su familia, allá en Camajuaní, solo como un center fil.

Cómo no, que este domingo, después de las persecuciones, los arrestos, los empujones y los forcejeos con la policía, las Damas de Blanco digan algo sobre las trasformaciones.

La oposición pacífica, desde luego, reacciona de acuerdo a su experiencia y los periodistas independientes cuentan la historia de cada día. Ellos no diseñan los episodios de la parálisis y el estancamiento. Ellos viven y escriben.

[Artículo en El Nuevo Herald]


 

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