Los criterios existentes sobre la producción de pan, galletas y dulces, en Manzanillo, Granma; son negativos y mantenidos, porque no se percibe ninguna mejoría al respecto. La entidad responsable de ello es la Empresa Municipal de Pan y Dulces, que cuenta con 24 unidades, de ellas: 16 son panaderías, aunque refieren sus directivos que 7 establecimientos se encuentran en estado deficitario. La fuerza laboral alcanza un aproximado de 500 trabajadores.
Los comentarios desfavorables que hace el pueblo están referidos al sabor, color y textura del pan y nadie se oculta para decirlo, a diario en las calles son escuchadas estas críticas que más bien se convierten en quejas de los consumidores. Pero la realidad indica que no hay una respuesta satisfactoria a las justas demandas populares.
Los funcionarios responsables invocan un sin número de factores objetivos y subjetivos entre los que se mencionan: mala cocción del pan; peso no establecido; mala calidad de la materia prima; gluten deficitario en la harina, que según los entendidos en la materia debe de ser de 35%; falta de calidad en la levadura, por lo que deben dilatar el pan hasta cuatro y cinco veces; alto contenido de una sustancia conocida como “afrecho” que le da al pan un color blanquecino e incluso hasta dos tonalidades distintas.
Hay panaderías que se mantienen paradas como “La Victoria” con tres motores quemados que se arreglan y vuelven a quemarse y tienen que repararlo los cuentapropistas, porque la empresa estatal no puede asumir esta tarea.
Una alternativa que utilizan en estos momentos cuando los panes no reúnen las condiciones adecuadas es reprocesarlos como tostadas. La otra cara de la problemática es que un 42% del pan que es expendido por la Empresa de Comercio en sus bodegas y no en panaderías; al no contar con un transporte idóneo para su traslado, lo realizan en carretillas y carretones de tracción animal; a lo que habría que añadir que en estos comercios no hay los recipientes adecuados para almacenarlos y protegerlos de los insectos y roedores lo que puede propiciar la trasmisión de enfermedades indeseables en los consumidores.
En Manzanillo esta Empresa tiene subordinada una fábrica de galletas nombrada “La Demajagua” que cuenta con una maquinaria obsoleta y malas características técnicas, sobre todo el hecho de que la inversión data de hace 49 años y nunca ha recibido un financiamiento para mejorarla. Entre los problemas técnicos que confronta está el de un horno que cocina más una parte que la otra, por lo que hay veces que hay que volver a sobar la masa; como es natural en detrimento de la calidad, porque esto genera galletas muy duras o quemadas.
Lo anterior no es óbice para que sean envasadas las galletas en bolsas de nylon y vendidas a 20 pesos cubanos (CUP), que representa un precio alto para el cubano promedio, pues son las 4/5 partes de un peso convertible (CUC). A ello habría que añadir que se venden en 2 puntos comerciales, lo que da lugar a que las acaparen los revendedores y después las comercialicen más caras; como es el caso específico del Reparto Miraflores.
Hasta el momento no se vislumbran las soluciones y los manzanilleros seguirán obligados a consumir pan y galletas de muy mala calidad; aunque no pienso que esto sea único de nuestro terruño, quizás haya que multiplicarlo por los 168 municipios que tiene el país y esta sumatoria dará la realidad de uno de los tantos problemas por los que atraviesan los cubanos con respecto a la alimentación.
Manzanillo, noviembre de 2016.