Para quienes transitan cerca de la Plaza de la Revolución -como la rebautizo en el aquel entonces el recién estrenado y luego prolongado gobierno de Fidel Castro- hay un detalle que no pasa desapercibido y es la enorme cantidad de auras tiñosas que sobrevuelan el lugar. Son aves típicas de la campiña cubana, su utilidad es indiscutible al alimentarse de los animales muertos por lo que todos en el campo agradecen su minuciosa labor de comer carroña.
Siempre ha impresionado a quienes pasan por la Plaza o cerca del lugar donde también se encuentra el Obelisco dedicado a José Martí y las Oficinas del Consejo de Estado, el vuelo de estas aves carroñeras sobre todo tratándose de un lugar céntrico de La Habana. Ya es inimaginable para muchos, la Plaza, el Obelisco y las edificaciones cercanas símbolos del poder sin el vuelo lento, oscuro y pesado de esas aves de ojos hundidos y opacos. Hay quienes denominan al lugar como el “Palacio de las Tiñosas”. Se preguntan ¿De qué se alimentan esas aves?, ¿Quién las provee de carne descompuesta?
Los cubanos como escribió Mañach tienen su forma de humorismo, el choteo, así algunos estudiantes que contemplan su vuelo desde la cercana biblioteca nacional preguntan irónicos: ¿Cuándo fue que se murió la Patria? Otros los más, no son propensos a ese humor corrosivo simplemente se extrañan de verlas mañana mediodía y atardecer sobrevolando la Plaza como si un olor a descomposición y muerte las convocara.
La Habana, 7 de octubre de 2014.