Muchas personas en Cuba se preguntan qué ha sido de la moringa y sus numerosas virtudes, resaltadas hasta el cansancio por el octogenario Comandante en Jefe, máximo divulgador de las propiedades de esta planta, que según él sería una rica fuente de alimentación, salud y empleo ilimitado para los cubanos.
La moringa fue una de las últimas obsesiones del alucinado patriarca, quien desde su cómodo retiro de viejo dictador le dedicó -en la prensa oficial- varias de sus llamadas “Reflexiones”, haciendo que esta planta se convirtiera en una de las prioridades de la maltrecha agricultura del país.
Esta última pesadilla del “compañero Fidel”, como firman sus escritos, no entusiasmó lo más mínimo a la mayor parte de la población, quien desde el principio convirtió a este arbusto en objeto de chanzas; una manera indirecta de burlarse del decrépito ex dictador.
Pero hay que admitir, que una minoría creyó en las profecías del mesiánico personaje, como antes lo hicieron con el promisorio futuro de una Cuba, produciendo una leche de más calidad que Holanda; un café más demandado en el mercado mundial que el de Brasil y Colombia; y un nivel de vida más alto que el de los Estados Unidos.
Los que tuvieron esta actitud de fe plantaron toda la moringa posible y algún que otro campesino, se ilusionó con el hermoso cuento, que era lo mismo que entusiasmarse con la leyenda de los árboles de caramelo y las nubes de chocolate, que en la fábula de Orwell “Rebelión en la Granja”, el cuervo le contaba al resto de los animales.
Lo asombroso, es que también algunos campesinos particulares creyeron en las posibilidades infinitas que brindaba el cuidadoso cultivo de este arbusto, pues cómo no creer en el invicto Comandante, que ha sido durante medio siglo, desde la propaganda del régimen, el mejor especialista en economía y el mejor de los agricultores.
Los campesinos que se embarcaron en la aventura de este último delirio, plantaron moringa en sus fincas dando por seguro que tendrían abundantes utilidades, pero esas ganancias nunca llegaron, lo que implicó que perdieran su tiempo, el trabajo y la inversión.
¿Qué ha pasado con la moringa del Comandante, que resolvería el estancamiento económico de Cuba? Es una pregunta con una respuesta sencilla: La moringa crece silvestre, es casi una plaga en los campos y ni siquiera al ganado le interesa comérsela, ni a los ladrones robársela.
Desde cualquier ómnibus en que se viaje se pueden ver los campos de moringa abandonados a la lluvia y al sol; son un testimonio viviente de los disparates y la ineficiencia del régimen.
Artemisa, 10 de febrero de 2015.