Martes , 27 Junio 2017

La indignación del Chiqui

A veces cuando suceden  fenómenos atmosféricos, como ciclones, tormentas, huracanes, temblores de tierra, etc., las personas se quejan de su mala suerte, si esto lleva implícito la pérdida de valores materiales, en particular la vivienda y los bienes muebles que se tengan.

Pero, hay algo que es peor que malograr cosas y es arruinar la vida de cualquier persona. Eso fue lo que le sucedió a Sebastián Pino Mendivia, que se puede llamar un personaje emblemático, del municipio de Güira de Melena en la provincia de Artemisa.

Para los habitantes de esta localidad, Pino es una persona especial, aunque padece de trastornos mentales. A raíz del paso del huracán Charly, perdió su vivienda, hace unos 10 años y desde entonces deambula por las calles, no tiene casa para vivir y pernocta donde lo coja la noche. Tiene las mismas características de los tantos marginados por el sistema que ofreció justicia social para el pueblo. No tiene techo, comida y mucho menos atención especializada por parte de las instituciones que le corresponden, que por ser el Estado el padre de todo, deberían estar obligadas a dar amparo a personas con este tipo de enfermedad.

Los que lo conocen lo apodan “El Chiqui”; su estado demencial lo llevó recientemente a entrar -en horas de la mañana- en la tienda recaudadora de divisas “Palacio de Cristal”, y comenzó a exigir ropa, comida y zapatos; al parecer preso de un estado de desesperación, que lo llevó a cometer este hecho delictivo, porque no cuenta con atención alguna y está en la completa miseria.

Durante el tiempo que permaneció dentro del establecimiento arremetía con indignación improperios  contra los que dirigen el país y a la vez culpaba a los mismos de los problemas y miseria en la cual estamos. Se parecía mucho a las imágenes del conocido   “Pánfilo”, cuando gritaba antes las cámaras: “comida”,

El final fue que la gerente lo sacó del centro comercial, y Chiqui salió sin ningún irrespeto, al contrario aceptó retirarse porque se lo pidió una mujer, según expresó. Pero continúa con su reclamo en las calles del pueblo, a viva voz repudiaba el sistema, mientras que no dejaba de exigir comida, ropa y zapatos.

Un hombre que  se identificó como agente de la policía quiso llevárselo detenido, lo cual molestó a los que estaban allí presentes, a tal punto que prefirió retirarse antes que enfrentar la excitada población que exigía lo dejara tranquilo y que sin miedo alguno salió en defensa de “El Chiqui”.

El pobre enajenado como si no se hubiera enterado del peligro en que se puso, con un saco que contenía unas cuantas viandas, que al parecer le habían regalado, continuó su camino a través de todo el pueblo.

Artemisa, 5 de marzo de 2015.  


 

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