Martes , 27 Junio 2017
La ilusión como condimento

La ilusión como condimento

Ya no es posible presentar en los medios oficiales la imagen de una nación feliz, entregada al edén del proletariado, sin fisuras ni contradicciones, siempre a la espera de lo que orienten desde las alturas los expertos del Partido Comunista. No, ese tiempo se acabó. La ciencia y la tecnología y el oportunismo trajeron la hora de la neblina panfletaria.

Nadie puede creerse ahora aquella realidad traducida a machetazos de lo que se llamaba el campo socialista y retocada por el ardor del trópico. Había en esas propuestas una diferencia formal sobre una estructura engañosa: en Europa del Este se era feliz con mucha disciplina y una simple chapka oscura. Y en el Caribe, con esa misma disciplina y el sombrero de guano.

Los especialistas que pernoctan en los laboratorios de propaganda del régimen se han visto obligados, ante la entrada de información en la isla por diversas vías, a cambiar la pureza del panfleto por una variante que propone leves cambalaches superficiales en la producción de sus instrumentos de trabajo.

Se mantiene la esencia controladora y cerrada del mensaje de la prensa escrita, la radio y la televisión, pero se permiten críticas aisladas a los corruptos de bajo nivel que pierden el camino. O a las víctimas del sistema, la gente de a pie y bicicleta, presionada por el hambre, las necesidades de la familia y el afán natural y humano de mejorar su nivel de vida.

Se publican las sanciones y se dan detalles sobre la actuación delictiva de una banda de matarifes que ha eliminado seis vacas para vender su carne en el mercado negro. Y, desde luego, ni una línea sobre los matarifes que, desde las oficinas del Comité Central, acabaron con la ganadería en Cuba, donde los bistecs se condimentan con ilusión porque están racionados desde el verano de 1963, fecha en que se instaló la cartilla de racionamiento.

Esta política editorial de la dictadura ha dejado, además, que algunos grupos de comunicadores organicen espacios con una singular autorización desde la sombra para trabajar con esas mismas fórmulas. Cierta mano abierta para tocar la piel y ni un solo balón de oxígeno para llegar al fondo.

Los jefes han ordenado, junto a este cambio de peinado, que los pocos cubanos que tienen acceso a Internet no puedan abrir los sitios que hacen periodismo a secas, sin apellido, a la hora de enfocar lo que pasa de verdad en el día a día de la sociedad.

Ni una palabra sobre la oposición pacífica, la represión, las golpizas, a las Damas de Blanco, los presos políticos, ni de la huelga de hambre de Guillermo Fariñas que ha tenido resonancias en medio mundo.

Así es que la neblina panfletaria es el panfleto de siempre con permiso para hablar de la superficie.

Tomado de elnuevoherald.com

Foto: Reuters


 

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