Resulta común para los capitalinos tener viviendas en muy mal estado catalogadas como en peligro de derrumbe; y aun así vivir en ellas.
Muchas de estas edificaciones inhabitables no tienen ventanas ni puertas, otras poseen frondosos árboles creciendo en sus techos o interiores como muestra de olvido y despreocupación.
En algunas, las majestuosas columnas que sujetaban el techo ahora parecen sostener parte del cielo. Las personas caminan por las calles habaneras con temor, exponiéndose al peligro inminente de estar forzados a vivir en una ciudad en ruinas: Esta es la capital de los cubanos, de la que no se habla.
La Habana, 4 de marzo de 2014.