Martes , 27 Junio 2017

Hasta morirse es difícil en Cuba

Iraida, hija de la difunta Edis Torres.

Iraida, hija de la difunta Edis Torres.

Aunque es casi una historia cruel, este trabajo es una síntesis de cómo se vive en nuestro país en estos momentos, no piense para nada que hay exageración, estos fueron de forma exacta los hechos.

Se publicó por parte de la Red Cubana de Comunicadores Comunitarios -de manera reciente- una noticia sobre la pobreza extrema de la señora Edis Torres, la que producto de la situacion caótica de su vivienda afectada por un ciclón que provocó filtraciones de agua y humedad en sus paredes, se vio acelerada a la muerte por un cáncer de piel, que junto a la descompensación de la diabetes que padecía y otras enfermedades, hicieron que tuviera que ser hospitalizada en varias ocasiones.

Pero el último ingreso tuvo un final muy triste, porque hasta la muerte en Cuba es una odisea. Ella fue hospitalizada en la sala 2E del Hospital Clínico Quirúrgico Docente ”Celia Sánchez Manduley” situado en la carretera de Campechuela, en el municipio de Manzanillo, perteneciente a la provincia Granma. Refieren su hija Iraida y sus hermanos que permanecieron junto a Edis que un mes después le dieron el alta a su mamá en un pase de visita;  en esos mismos momentos comenzó con sudoración, le tomaron la presión arterial y era baja, pero en el Hospital no había un glucómetro para detectar las cifras de azúcar y tampoco tenían balón para suministrar oxígeno.

Los familiares no estuvieron de acuerdo con el alta y querían que por los síntomas fuera trasladada de la Sala de Dermatología a la de Medicina Interna; pero no les hicieron caso la mandaron para la casa, para lo que solicitaron una camilla al Cuerpo de Guardia pues las sillas de rueda de la Sala estaban rotas.

A la salida del Hospital tuvieron que alquilar un carro particular y Edis falleció dentro del mismo, casi llegando a su domicilio en la calle Casal, número 111-final.

Pero ahí no terminaron las angustias de esta familia. El entierro estaba programado para las 10:00 am,  por falta de transporte fúnebre lo pospusieron para las 4:00 pm. Las flores de las coronas estaban marchitas y los familiares  comenzaron a protestar  -en el momento de trasladarla al cementerio- pues tenían que entregarle al chófer del carro el cristal del ataúd, según había dejado orientado el Servicio de Comunales; pero el trabajador accedió a que esto no se llevara a cabo.

Al otro día, sus hijos consiguieron un pedazo de cristal y lo llevaron  a la fábrica de ataúdes situada en el ala derecha del Molino Arrocero, con el fin de que lo adaptaran para cambiar el del féretro; y allí pudieron conocer que no habían sancionado al chófer que desobedeció la orden de quitarle el cristal al sarcófago, por ser nuevo en la empresa; ya que la orientación es muy estricta pues no se pueden destinar los cristales a los ataúdes, no obstante se pudo advertir que sí los utilizan para hacer cuadros para las oficinas de las empresas.

En la fábrica constataron otro desastre, cuando llueve por estar cerca de una cañada se moja la madera y los trabajadores dejan de producir,  pues los cables se humedecen y pueden electrocutarse. Hay escasez de puntillas de una pulgada y tienen que utilizar las de 3 pulgadas, también hay déficit de la tela gris que se utiliza de forro, en fin la caja en vez de ser mortuoria es ”monstruoria”.

La Empresa de Servicios Comunales no se ha preocupado por mejorar la situación de este establecimiento vinculado con el dolor de los seres humanos. Con esta cadena de negligencias se tiene que vivir en Cuba y mientras que usted vaya más hacia el interior de la isla, es peor.


 

Scroll To Top