Raúl Rivero
El Mundo
CON EL PERDÓN (sin olvido) que el presidente ecuatoriano Rafael Correa concedió esta semana a un grupo de periodistas acusados de injuriarlo envainó el machete que tenía en el aire desde hace cinco años en contra de la prensa. Y dejó el resplandor del lomo y del filo en todo el territorio nacional para que los comunicadores sepan que su trabajo honesto, profesional y al servicio de la verdad y la democracia tiene, desde la óptica del poder, un solo escudo para protegerse de la cárcel, la ruina o el exilio: la autocensura.
La acusación a un ex editorialista, tres directivos y al diario El Universo, fundado hace casi un siglo en Gua- yaquil, que supuestamente lo ha- brían agraviado, se hizo con la misma soberbia totalitaria que utilizó pa- ra anunciar ahora la remisión de los castigos.
El discurso de clemencia de Correa para los condenados (tres años de cárcel y 40 millones de dólares) le sirvió para trasmitir un mensaje amenazador, una ración abundante de terror para los periodistas que quieran escribir con libertad y para los propietarios de los medios que aspiran a conservar su patrimonio.
El dirigente ecuatoriano ve en cada comunicador un enemigo al servicio de fuerzas reaccionarias. Su lucha para acabar con el periodismo libre sobrepasa las fronteras del país.
En la generosa perorata para perdonar a sus compatriotas dijo que la prensa abusiva «se ha convertido en un actor político beligerante contra los gobiernos progresistas y que arremete en forma ilegítima, deshonesta, prepotente contra las conquistas democráticas de nuestros pueblos».
Aunque su personalidad narcisista y autoritaria lo obligue a negarlo, la reacción internacional ante el atropello de El Universo, lo sacó de paso y le indicó que hay un monitoreo permanente sobre su pasión por controlar la información y las opiniones. Un vicio del socialismo real donde los panfletos se publican para complacer a los líderes y darle emoción a sus desayunos.
Correa está molesto porque el golpe se le quedó en el miedo y dejó en harapos, de refilón, la integridad del sistema judicial.
Este es un tiempo de descanso como en el boxeo. Hay elecciones en febrero del año que viene y el presidente quiere seguir hasta 2017. Los periodistas están en la otra esquina del ring y esperan la campana.