El cuento chino de la decadencia de los EEUU no hay manera de tragarlo, a menos que se desee que a uno le tomen el pelo y le pongan colita de burro. Es pura fanfarria manipuladora.
Es verdad que en los últimos tiempos ha crecido el porcentaje de personas que engrosan las filas de los pobres, esa deriva es lógica dada la nueva realidad mundial. Pero no se trata de un retroceso en el crecimiento, desarrollo o prosperidad del país, sino que el problema radica en el comportamiento de la distribución de la riqueza nacional.
Dos simples ejemplos: en las cadenas de supermercados antes podías encontrar a seis empleadas cobrando en las cajas, hoy sitúan a tres y en los otros espacios se paga de modo automatizado. Hace unos meses un joven se inventó la aplicación del juego Pokémon y causó furor en la juventud mundial, y ha logrado obtener ganancias multimillonarias.
Lo anterior indica que el nuevo contexto dominado por el avance y expansión de las tecnologías e informática, reduce las posibilidades de empleos manuales y exige de las personas mayor conocimiento y grado de sofisticación para acceder a las riquezas. Empresas de reciente surgimiento y basadas en el conocimiento encabezan la lista de las más poderosas a nivel internacional, y en ese orden se encuentran Apple Inc, Microsoft Corp, Google Inc, Amazon, Uber.
El modelo que sostenía el slogan del sueño americano, o sea, una vigorosa y mayoritaria clase media se desmorona. Según los registros estadísticos, en 1971 la clase media incluía al 61% de la población estadounidense. En la actualidad ese grupo conforma apenas el 49%, cediendo terreno ante el aumento tanto de los ricos como de los pobres.
Lo primero que hay que reflexionar sobre este asunto es que el mundo cambió, no es el mismo de hace 15 años atrás. Y esta realidad es consecuencia de las modernas tecnologías y sus fuerzas renovadoras, que vienen socavando los esquemas y paradigmas establecidos durante la época industrial.
Se asumen como herramientas naturales el Internet, las redes sociales, el celular, los negocios online, los drones y demás artefactos novedosos, pero aparecieron ayer como quien dice, aunque se han vuelto imprescindibles en la dinámica de todas las actividades de la vida humana.
La globalización transforma los paradigmas conocidos e impone sus propias reglas. Hoy las fronteras se achican, las sociedades están cada vez más interconectadas y los sucesos en uno u otro lugar influyen de modo casi instantáneo en el resto de las naciones.
Los EEUU, como las demás sociedades, no está al margen de esta renovación. Le corresponde desempeñarse, igual a todos, en el nuevo escenario post-industrial de esta era del conocimiento que recién comienza.
No se trata de un periodo de decadencia de la nación estadounidense, o de involución mundial. Es simplemente una etapa natural de reajuste, donde muchas de las viejas dinámicas se tornan infuncionales y se estructuran nuevos preceptos y esquemas.
Lo cierto es que EEUU es la nación más rica, poderosa e influyente del mundo. En términos de producto interno bruto (PIB), representa el 24% del total global, y esas cifras significaron en el 2015 un volumen de 17.916.189 billones de dólares.
De todas las naciones desarrolladas, la estadounidense es la única que dejó atrás la crisis económica mundial del 2008 y exhibe un crecimiento sólido y estable, que el año pasado fue de 2.4%. En cambio, Europa todavía se tambalea en su marasmo y solo creció 1.6% en 2015, y varios de sus países miembros aún son golpeados por la recesión.
EEUU, además, constituye la primera potencia económica sin discusión, y el mayor centro financiero, comercial e industrial. También encabeza la lista en el registro de marcas y patentes a nivel mundial, con un 28% del total, lo que muestra que es la principal nación en el sector de la investigación e innovaciones.
De las 500 empresas más grandes del mundo, 133 son made in USA. Y el dólar estadounidense representa el 60% de la reserva monetaria mundial. En la esfera militar, constituye la potencia sin igual y aventaja en poderío por muchísimas millas al resto de las naciones.
Otro dato asombroso es que EEUU, en 2008, producía cuatro millones de barriles de petróleo diario. Hoy la producción petrolera nacional anda por los 11 millones de barriles, y se pronostica que en pocos años el país alcance a ser autosustentable en esta materia.
De hecho, desde el 2013 los Gringos pasaron al primer lugar en el ranking mundial en la producción de petróleo, desplazando a Rusia y Arabia Saudí al segundo y tercer escalón. Y estos resultados son consecuencia del Fracking, un sofisticado método de obtener petróleo y gas fracturando las rocas de esquisto con agua, arena y otros químicos.
Así que a los Pinochos que pintan un cuadro macabro de la situación económica de los EEUU, hay que pedirles que se vayan con su tango para otro lado, pues no se ajusta a la realidad del país.