Tras la Huella, es un policiaco que la televisión cubana exhibe los domingos. Un plagio del programa estadounidense CSI. Sirve para mostrar que la policía lo resuelve todo y que los cooperantes que tiene por el país, son la base fundamental para estas soluciones.. El pasado día 1ro. de setiembre la trama trataba de una familia completa asesinada.
Según los vecinos de Víctor -un muchacho de 18 años, con trastornos mentales- él vio este programa y con posterioridad –bajo tal influencia- asesinó a toda su familia, que la integraban su padre nombrado Pedro y conocido por “El Nene”, su mamá Victoria y su abuela Olga. Todos ellos residentes en calle 26 No. 119 entre 13 y 15, Reparto Carmelo, Vedado, Plaza de la Revolución, La Habana.
Aunque también Pedro y Victoria eran personas que presentaban trastornos siquiátricos, pero aun así trabajaban, él como albañil y ella en la Campaña del Mosquito Aedes Aegypti. Por su parte la abuela recibía ayuda por asistencia social, almorzando en un comedor para ancianos, cerca de su vivienda.
Víctor, una vez que acuchilló a los tres, también deformó la cara de su padre y le mutiló los brazos a su mamá; los introdujo a todos en la bañadera de la casa y trató de darles candela, pero no se quemaron. Transcurrieron dos días antes de que se entregara a la policía, y ese tiempo permaneció dentro de la casa. Explica una vecina que le tocó la puerta para darle el periódico, que el joven le dijo que su abuela estaba ingresada en el hospital.
El martes 3 de setiembre alrededor de las 6 pm, un auto patrulla de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) se encontraba en la esquina de la casa en una investigación referida al robo de un celular a un extranjero. Víctor salió con las manos en alto y se entregó, contando lo que había hecho. Todos quedaron atónitos, sin creer lo que decía; al parecer él confesó, porque pensó que la policía lo estaba buscando.
Los residentes del lugar que fueron como testigos al registro de la casa, no pudieron entrar, pues el hedor era insoportable. Recuerdan que mientras el muchacho se entregaba decía: “Ya no me van a pegar más”. Y es que según relataron algunos vecinos, los padres le golpeaban, porque siempre tenía hambre.
Esta triste historia, le fue contada a la Red Cubana de Comunicadores Comunitarios, por un chofer de taxi, que nos contactó y con posterioridad nos personamos en el lugar para confirmarla con los vecinos, todavía la casa conserva la cinta amarilla que puso la PNR para evitar que se perdieran las evidencias.
El régimen no divulga ninguna noticia que tenga que ver con robos o asesinatos, ni tan siquiera las que se producen por lamentables choques en la vía. Siempre ha querido dar la sensación del país perfecto, en el que no ocurren ni desgracias ni accidentes.
La Habana, 7 de setiembre de 2013.