Madrid – El desvencijado socialismo caribeño consiguió pasar el guarapo al clandestinaje y convertir la chirimoya en un manjar exótico. Pero tiene, eso sí, dinero y recursos de sobra para sostener sus cuerpos represivos, garantizarle a los altos dirigentes que vivan como millonarios y para dotar con la última tecnología su sistema de propaganda.
Esos son tres puntos clave de su supervivencia. Para garantizar los suministros de fondos que requieren las tres patas de esa mesa se ha organizado, con espíritu de contingente, como dice el gobierno, la escenografía de los cambios económicos. Y para darle realismo y banda sonora a ese plató trabajan las brigadas de agitadores de la isla y la comparsa del exterior.
Con una buena cosecha de inversores de varias partes del mundo contratados ya como extras de la película, llegó el momento de volver sobre el embargo para que los dólares del país vecino entren por los resquicios abiertos como prueba de buena voluntad y le den fuerza y eternidad al régimen.
Como se ha vuelto a servir la polémica sobre ese tema, una de las directrices de los encapotados propagandistas de La Habana tiene que ver con la descalificación de quienes se oponen a que Estados Unidos levante las medidas comerciales restrictivas al grupo de poder en Cuba. La idea del fuego sobre esas personas, sobre todo de las que viven en Cuba, es una muestra de perversión y ensañamiento.
Los que han expresado su negativa dentro de la geografía cubana son hombres y mujeres que sufren todos los días la acción de los cuerpos policiales. Se acuestan y se levantan con el sonido de los bombardeos de la propaganda. Y ven pasar, a lo lejos, en sus carros refrigerados, rumbo a sus palacetes, a los que hablan en nombre de los obreros y los pobres.
Ellos, los que padecen la dictadura, con sus nombres y apellidos, deben aparecer como personajes cavernícolas, retrógrados, empecinados, sin capacidad para asumir una apertura para que comience la armonía entre el régimen y la administración de Barack Obama.
Se llaman, por ejemplo, Berta Soler, que tiene asegurada una paliza o un encarcelamiento semanal junto a otras Damas de Blanco. O Ángel Moya, Félix Navarro, Iván Hernández Carrillo, Elías Biscet y otros ex presos políticos que decidieron quedarse en su país para alcanzar, por medios pacíficos, transformaciones reales, libertad y democracia.
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