En estos momentos en nuestro país la pesca se practica hasta en sitios que podría decirse son insólitos. Luego de que poco a poco y de forma paulatina fueron desapareciendo los productos del mar de sus lugares de venta: las pescaderías, carnicerías y diferentes establecimientos dedicados a este fin, se pueden ver más personas pescando en espacios que son difíciles de imaginar; aun cuando nuestro país está rodeado por el mar.
Al parecer la carencia de este tipo de alimento, que es tan necesario para el organismo, lleva a los cubanos al desespero y a tratar de obtenerlo de cualquier modo; aunque se puede agregar que también otros alimentos se hacen muy difíciles, tanto por su costo como por la falta de presencia en el mercado.
Pero la historia se basa en hechos reales, en una laguna de oxidación o enorme fosa que existe en el artemiseño municipio de San Antonio de los Baños; se encuentra situada cuando se sale de la Circunvalación para tomar la carretera que conduce al municipio de Alquízar, y casi dentro de los límites del bosque Martiano del Ariguanabo.
Este gran estanque de aguas albañales y putrefactas se ha convertido en sitio para la pesca de algunos pobladores del lugar, que de manera inconsecuente van allí a pescar clarias, para después consumirlas como alimento en sus hogares y en ocasiones hasta venderlas a cualquier incauto.
Este lugar que ha llegado a ser, conjuntamente con otros también de gran contaminación, como la Cueva del Sumidero de San Antonio de los Baños; muy frecuentada para pescar esta especie, que es la única que ha quedado en las aguas -también contaminadas- del río Ariguanabo.
Pero, en el caso de esta laguna de oxidación, como se le llama por su tamaño, es algo mucho más peligroso, ya que las aguas que ahí están estancadas son venidas de las fosas y desagües de los baños de las casas de vivienda familiar, que se encuentran en las cercanías.
Aquellas personas que son irresponsables y hacen esto, se están exponiendo a contraer cualquier tipo de enfermedad que bien pudiera resultar de gran peligro para su salud e incuso para su vida.
No puede dejar de ser alarmante la conducta de quienes hacen esto, en una sociedad del Siglo XXI, pues por mucha necesidad que haya, resulta al extremo ignorante, poner en riesgo la vida, lo que no se justifica con nada.
Quienes deseen practicar la pesca como forma de alimento, bien pudieran trasladarse hasta un lugar seguro. Pero, por otra parte, cabe preguntarse dónde queda la función de organizaciones gubernamentales que deberían impedir que esto suceda y que estoy segura conocen del particular.
Tal irresponsabilidad no debe permitirse, aunque es innegable la necesidad de esta laguna de oxidación para el desagüe de las aguas albañales de los alrededores, se está poniendo en peligro la salud, incluso de personas inocentes que podrían consumir las clarias que allí se pescan.
Artemisa, 31 de mayo de 2016