Un viejo ejercicio de gramática en la escuela primaria, en los finales de los ochenta del pasado siglo, rezaba: “Yo camino, tú caminas, él camina, ellos caminan, nosotros caminamos”. Hoy muchos cubanos conjugan ese verbo en tono de burla y lo aplican a la vida diaria, parafraseándolo de la siguiente manera “Yo te maltrato, tú me maltratas, nosotros nos maltratamos”.
Una de las circunstancias donde este modo de conjugar se pone de manifiesto -casi a diario- es en el transporte, sobre todo fuera del área de la capital. Un ejemplo drástico de este tipo de situaciones lo podemos encontrar en las camionetas que transportan pasajeros de Güira de Melena al Cine Lido (Marianao) o de San Antonio de los Baños a Santiago de las Vegas; que hacen viajar a las personas en condiciones de hacinamiento.
En ocasiones agregan a los largos bancos de hierro habituales, situados a derecha e izquierda de la camioneta, otro banco intermedio, de modo que los viajeros sentados en este último quedan de espaldas a uno de los extremos donde están ubicados los otros pasajeros, de forma incómodo y calurosa, se les hace difícil hasta respirar.
Se crean nuevas incomodidades, casi inaguantables dentro de la camioneta. Este banco intermedio muchas veces no está fijado con soldadura, por lo que no es extraño que de caerse o rodarse por algún motivo pudiera provocar lesiones en las personas, a lo que además se puede agregar el inconveniente de que los afectados no podrían ni demandar a los responsables, ya que en el país ese tipo de reclamo nunca pueden llevarse a cabo.
El público que necesita del servicio de estas camionetas, es fácil víctima del maltrato de los dueños de este medio de transporte, por lo que es común oír de boca del pueblo una explicación sencilla, que remeda el viejo ejercicio de gramática: “El Estado maltrata a estos conductores con sus impuestos abusivos, ellos nos maltratan a nosotros y al final todos –menos el Estado- somos maltratados.”
Artemisa, 23 de abril de 2015.
