Martes , 27 Junio 2017
Viernes de Pasión: 56 años de presos políticos

Viernes de Pasión: 56 años de presos políticos

La Semana Santa es la conmemoración anual cristiana de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.  Ha terminado el tiempo de la cuaresma, es decir el tiempo de conversión interior y de penitencia.  La Resurrección nos abre las puertas al triunfo de la vida y la verdad.

En declaraciones recientes el Cardenal Ortega ha manifestado que en Cuba  “ya no quedan presos políticos”;  “Hace poco que salieron unos cuantos, pero de esos que habían creado problemas…”;  “Él (Raúl Castro) tuvo la voluntad de suprimir aquello…”   No entiendo bien la expresión “problemas” y  tampoco que parece dotar al Jefe del Estado de una legitimidad moral de la que carece para decidir sobre el destino de las personas según su propio criterio. Probablemente será un fallo de apreciación personal.

Sabemos que la  misión de la Iglesia no es la de resolver los problemas sociales.  Esta misión general corresponde a los hombres y en especial a los gobiernos que redactan las leyes, pero  sí es tarea sin embargo de la Iglesia establecer caminos posibles y erróneos, teniendo en cuenta la ley natural y las enseñanzas de Jesucristo.

La doctrina social de la Iglesia contempla que los grandes bienes que conviene ejercitar para la vida social son la verdad, la libertad, la justicia y la caridad.  No  hay que olvidar que conviene resolver las situaciones buscando la verdad y el bien verdadero, con independencia del propio interés de ninguna de las partes ya que solo así se evitarían muchas tiranías.  Este tema, entre otros, también afectaría  mucho  a los medios de comunicación y a la libertad de expresión y de información.

La próxima semana se celebrará en Panamá la Cumbre de las Américas, reunión de jefes de estado y de gobierno de América, auspiciada por la Organización de Estados Americanos, en la que por primera vez estará representada, en minoría,  la sociedad civil “independiente cubana”.  Estas declaraciones del Cardenal pueden generar  cierta confusión pues creo que su deber hubiera sido como mínimo contrastar datos.

“Saben siempre que nuestra actitud ha sido la de favorecer el diálogo con el Estado cubano, la de encontrar caminos para mejorar la situación de nuestro pueblo…”  Comparto con  su Eminencia  este deseo de diálogo, pero creo realmente que el que habría que favorecer es el diálogo entre el gobierno y sus ciudadanos.  Corremos el peligro de involucionar  hacia  al Despotismo Ilustrado, “todo para el pueblo pero sin el pueblo”.

En una conferencia reciente en la USMA, en Panamá, surgió una pregunta en el auditorio: “¿Está el pueblo cubano preparado para un cambio?”  Creo que este tipo de reflexión nos lleva de nuevo a lo anterior, a arrogarnos una supremacía si no moral sí académica para decidir sobre los otros. La pregunta debería ser: “¿Tiene el pueblo cubano derecho a decidir sobre su futuro?  ¿Tienen las minorías derecho a ser respetadas y escuchadas?”  Para mí, la respuesta definitiva es “SÍ”, y nuestra obligación es ayudarlas.

Para La Iglesia el amor al prójimo es el criterio supremo de la ética social, ejercida a través de la caridad,  que es la manifestación de servicio a los demás. Este amor se refiere no solamente a la pobreza material sino también a las numerosas formas de pobreza cultural.  Así lo ha demostrado y lo demuestra la acción social de la Iglesia en todas las partes del mundo.

También la doctrina social de la Iglesia manifiesta que el  Bien Común debe estar siempre orientado hacia el progreso de las personas.

El orden social y su progreso deben de subordinarse al bien de las personas y no al contrario (…) Este orden tiene por base la verdad, se edifica en la justicia, es vivificado por el amor.”

El hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrena, ya que consiste en la participación de la vida misma de Dios.  Si no existe una verdad última, la cual guía y orienta la acción política, entonces las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder.

Para asegurar el bien común, el gobierno de cada país tiene el deber especifico de armonizar con justicia los diversos intereses sectoriales.   El Estado debe garantizar la cohesión y organización de la sociedad civil, de la que es expresión, de modo que se pueda lograr el bien común con la contribución de todos los ciudadanos.  Que de la dignidad, unidad e igualdad de todas las personas deriven el principio del bien común.

Me apunto; ¿ustedes?


 

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