Víctor Mesa, era la segunda base que más jonroneaba, sorprendiendo su agresividad en el partido, enloqueciendo a la fanaticada con los robos de home. En su equipo de Santa Clara y en el seleccionado nacional.
Mesa, ahora mentor del equipo Cuba, entiéndase selección que puede viajar al extranjero, no solo por su rendimiento en la serie nacional sino por confiables revolucionariamente. Convertido en déspota jefe de los jugadores, que lo que rinden en el terreno es bajo amenazas, oprobios, maltrato físico y mental.
Víctor fue una estrella deportiva indisciplinada, y arrestado ladrón del home, algo que logran pocos. Poco también se ve un director que cambia al pícher como regla personal. El posicionamiento de los peloteros es según como él lo cree, y así la novena regular.
Manager explosivo que finge ante las cámaras de televisión, ser persona serena, reflexiva, amigo de sus pupilos y sabio del béisbol moderno. Ha dejado una estela de comentarios en los cubanos aficionados, después de ver al equipo perder cinco juegos consecutivos con la selección universitaria de EE.UU. a todo lo largo de ciudades fronterizas con Canadá.
Al controvertido atleta, alguien le ha dado potestad para hacer a lo largo del archipiélago lo que le parezca, dentro del mismo. Parámetro G2. Tenía que ganar, “pues los hombres mueren y el partido es inmortal”. No se vio al mentor matancero en su regreso, poco o nada se comenta de él en los medios que lo exaltaban y alababan. Parece que al periodista Aurelio Prieto Alemán, haciendo sus maletas para el mundial de judo en Brasil, se le olvidó la desgracia en que ha caído su amigo, después de sacarle las lágrimas al guapetón en una entrevista trasmitida por la televisión cubana. Donde refería el hambre que pasó de niño.
Víctor Mesa, no pasa de ser un dictadorcito. Esperemos pronto ver caer a Papá Estado y Mamá Revolución, entonces será una verdadera fiesta pasional para todos los cubanos. Y al polvo irá, lo que de polvo se hizo.