Cuentan los que pasan de setenta años que Santiago de las Vegas, lo ubicaron a 5 leguas de la ciudad. Repetían que estaba exactamente a veinte kilómetros del diamante del Capitolio Nacional, antes que la piedra preciosa desapareciera definitivamente con el triunfo de los barbudos.
En cuarenta años jamás vi una vega de tabaco, pero si el derrumbe del despalillo, mes tras mes. La escuela primaria me mostraba la decadencia. Mí abuela decía: mí nieto está en las Carrales, pero no entendía, ya que ahora se llama: Julio A. Mella. Así resultaba con casi todos los nombres de instituciones de toda índole.
Desaparecieron las escuelas privadas y junto a ellas se fue la educación y los modales. De esta forma el novedoso gobierno del pueblo y para el pueblo, obligó a los nacidos en lo que una vez fue municipio, hacer maletas y dejar su terruño para siempre. Este mismo año, murió en Puerto Rico. El doctor en pedagogía supervisor Guido Ortega Álvarez, a la edad de 100 años. Este famoso maestro del pueblo huyó del fidelismo junto a decenas de colegas, en la década del sesenta.
La historia se repetiría cada diez años, migración masiva, furtiva. Pero exilio por política de capricho. Cada lustro mostraba la ineficiencia y el descontento del santiaguero, que prefirió el destierro y buscó unirse en Miami con sus vecinos.
Medio siglo después, el que no se fue por el aire o el mar, yace en el cementerio, ahora en fase de ampliación. Los vecinos son de casi todas las provincias inauguradas por la ocurrencia Castro-Ruz.
Los que quedamos aquí, recibimos preguntas así:
¿Qué queda del Círculo de instrucción y Recreo?
¿Y del Club Atlético?
¿Qué es ahora, el Centro Gallego?
¿O la Biblioteca MAS LUZ?
¿La Asociación de los Chinos?
¿El restauran los 3 ceros?
¿Qué fue de todas las tiendas de la calle 13?
¿De la cadena de cafeterías LA DOMINICA?
¿Y los cines?; ¿La Farmacia Mora? Fundada en 1884.
Todo fue destruido y cambiado para peor. Las autoridades locales, que ahora le llaman poder popular y partido, prometieron reparar el parque Martí. La restauración fue un éxito para el historiador de la Habana, Dr. Eusebio Leal, que logró llevarse los dos jarrones de bronce, que adornaban la fuente, hace años seca y sucia, gracias a la campaña nacional, de exterminio del mosquito Aedes aegypti y de pasada exterminaron con las mariposas.
Estas instalaciones mencionadas, junto a la extinta imprenta, con su periódico local y revistas de sociedad, cultura y ciencia; enclavadas dentro del pueblo, es solo una pequeña parte de todas las existentes antes de 1959. Si se sumaran los repartos con las nuevas industrias florecientes de la década del 50, se haría un libro con ilustraciones del antes y después. Entonces ni los mismos equivocados que ahora usurpan los hogares de los exiliados le darían cabida a la duda. Entendiendo Porque, Santiago de las Vegas emigró.