La interrogante respecto a quién llevará las riendas de Cuba, luego de la retirada de los Castros circula en la mente de muchos, aun cuando no se ha concretado la forma en que estos dictadores dejarán la mesa del poder, de forma violenta o pacífica.
Se cree que dicha pregunta o más que ella, los que albergan apoderarse de Cuba, ya sea para erigirse como demócratas o como dictadores no son pocos.
De un lado aparecen personajes que desarrollan una labor estatal, acostumbrados a mandar en las altas esferas y con elevada preparación diplomática y universitaria, pero con muy poca o ninguna costumbre de dirigir en democracia.
De otra parte, se encuentran los de la nomenclatura estrecha, al estilo de Ramiro Valdez, Miguel Díaz Canel, Machado Ventura o un tercero de la dinastía, Alejandro Castro Espín, aspirantes quizás, a que el poder le sea concedido como hasta ahora por herencia.
En tanto aparecen muchos opositores pacíficos de los mas activos en décadas de enfrentamiento a la dictadura de los Castros y que han sacrificado a sus familias, su salud, su profesión, etc. por la lucha por la libertad, y que aunque no lo manifiestan abiertamente, le gustaría hacerse de todo o al menos una mitad del pastel del poder.
Con la misma intención hay otros, que también se dicen opositores, que con sus actitudes dentro y fuera de Cuba no dejan lugar a la duda, de que su intención es tomar el mando antes del cambio fundamental, absorbiendo, relegando y subestimando las capacidades, habilidades y trayectoria de organizaciones civilistas, junto con quienes la dirigen. Entonces, que se podrá esperar de su comportamiento, luego de la transición.
Otros que poseen muy buen verbo y posturas criticas muy acertadas, pero muy poca acción y poder de convocatoria.
Otros tantos acechan a las sombras para intentar dar el gran golpe y erigirse como los defensores de siempre del pueblo y sus derechos humanos.
La lista de intenciones o intencionados podría ser muy larga, incluso abarcaría nombres radicados en el exterior de la Isla.
Pero se cree que más allá de un merecimiento, el punto iría en cual seria la propuesta más atrayente para el pueblo, que en definitiva daría su voto mayoritario, casi seguro sin valorar los sacrificios o no realizados por uno o varios por el cambio cubano.
Sin embargo, hacerse del mando en Cuba o ir preparando el camino para que lo obtenga, no el que crea merecerlo o se lo merezca se puede lograr en la medida en que se les brinde información a las mayorías, destacando quién es quién y cuáles son sus intenciones concretas.
Antes de determinar que parte le toca a cada cual se necesitan dos cosas, saber que más que obtener el poder por el poder de un país, este representa ser un servidor público y en el caso cubano de gran responsabilidad y esfuerzos dado el estado de deterioro en que se encuentra nuestra sociedad. Y segundo se necesita luchar en verdad por Cuba, que significa visualizar la lucha no violenta ante el pueblo en las calles, educarlos para que comprendan y se unan a los que luchan, tener la voluntad de unir a todas las fuerzas opuestas a la dictadura, hacer de la oposición un estilo de vida cotidiano, aprovechando todos los espacios y desde nuestro comportamiento de sincero patriota. Si se hacen y logran estas cosas y más, estaremos en condiciones de pensar en quien será la mejor figura para sacar al país de la ruina en que se encuentra en todos los órdenes. Seguro entonces será fácil elegir al próximo y decisivo mandato cubano.
Estas muy personales consideraciones surgieron a partir de mi viaje actual por el Occidente de la Isla y del contacto con varios luchadores pacíficos de las tres regiones del país. Y del que podrían desprenderse muchas interrogantes mas, como por ejemplo, ¿por qué se lucha?